Entre magos, brujas, grimorios, libros malditos, códigos secretos y escrituras invisibles, se me ha ido este domingo. También con un poco de Patafísica. No miento, así he pasado este día. Todo lo anterior tiene una explicación, así que intentaré hablar un poco sobre ello.
Hace poco más de un año, Irene Adler trajo a casa un libro extraño, de gran formato y con un título por demás inquietante: “El código del mal”, una guía siniestra del lado oscuro de la historia; escrito por Clive Gifford, alias: el conde E. Vlic Droffig. En él, aparecen infinidad de hechos relacionados con: fobias terribles, la peste que asoló en siglos pasados Europa y Asia Central causando la muerte de cerca de 200 millones de personas; miedos irracionales; ciudades macabras; miles de libros llenos de saber arrasados por la guerra, la maldad y la codicia, de sanguinarios conquistadores; la sombra negra que pesa sobre el temido número 13 y muchos más. La lectura de sus páginas se realiza con cierto temor, reverencia, ansias de conocer sobre eventos terribles y malignos. Voltear una página, lleva implícito el sentimiento de cierta inquietud por lo desconocido, lo maligno.
Desafortunadamente a los editores se les ocurrió “la gran idea” de poner su nombre sobre la portada y contraportada, lo cual sin afán de ofender, demerita un libro tan emocionantemente concebido; incluso si la portada y las hojas hubieran sido de una menor calidad, el impacto visual y literario del libro, hubiera sido muy superior.
A media tarde, en compañía de Bere y RBG, he visto “Oz, el poderoso”. El cine con la peli en 3D, estaba prácticamente vacío (casi increíble por ser domingo); pero así, pudimos disfrutarla plenamente sin demasiado ruido de niños, llantos de bebé ni excesivas distracciones, salvo las necesarias para comer palomitas, tostitos con queso amarillo, m&m´s y refresco.
James Franco, cumple como Oz, con un trabajo que no se me hace excesivamente brillante, pero sí creíble. Y las tres bellísimas brujas que son las que acapararon mi mayor atención casi desde el principio, me dejan un mejor sabor de boca, sobre todo Glynda y ¿Theodora?, la bruja vilmente engañada por la hermana, quien finalmente queda convertida en una fea y repugnante bruja. Por su parte, siento que Rachel Weiz queda a deber. Su rostro bellísimo no termina de fascinarme, pero en su papel de bruja mala, me parece que le falta mayor maldad y ensañamiento con los que se le oponen. El mago farsante que es Oz, alcanza a reflejar un tanto el mítico personaje de Lyman Frank Baum, que tanto nos sedujo primero en el libro y luego en la maravillosa película musical con Judy Garland. Este Oz joven, mago esperado tiempo ha para asumir el trono, egoísta, ambicioso, anhelante de grandeza, termina por ganarnos, haciendo amistad con un simpático mono volador y una tierna y voluntariosa muñequita de porcelana. Finalmente, están por supuesto los Munchikines, los monos voladores, the yellow brick road y Glynda, la bruja buena.
Luego, “El manual para ser bruja” (lo entrecomillo pero no recuerdo si es el nombre exacto), encontrado sobre los anaqueles de la sección de libros de un centro comercial. Un delicioso manual para niñas imaginativas que desean aprender todos los secretos de una verdadera bruja. Y el librito, con palabras y lecciones sencillas, comienza a ofrecer consejos, recetas, pequeños trucos inocentes, para aprender a convertirse en una gran bruja. Entonces, viene la lección paso a paso de cómo realizar un grimorio, el cual no debe faltarle a quien se precie de ser una temible bruja; como escribir mensajes secretos a través de un código personal de letras y símbolos que permitirán a la bruja, comunicarse con sus iguales sin que nadie más pueda descifrar su correspondencia. Y también, cómo hacer tinta invisible para escribir mensajes ocultos que nadie más pueda descubrir sin conocer el secreto del método para lograr leerlos.
Me fascinan las brujas, los vampiros, los hombres lobo, los libros considerados malditos, los grimorios, las escrituras secretas, las profecías, y claro, los magos, incluidos Oz, Houdini y Harry Potter (bueno, también Gandalf y Dumbledore).
Alfred Jarry (de cuya obra conozco muy poco, casi nada), escribió alrededor de 1896 un libro titulado: “Gestas y opiniones del doctor Faustroll, patafísico”, en donde intenta mostrar con ciertos conceptos, definiciones y variados ejemplos, lo que es la Patafísica. “Ubú Rey” y “Gestas…”, están considerados los libros patafísicos por excelencia. En ellos, Jarry, nos “revela” el qué es, cómo reconocerla y alcanzar la consciencia ´patafísica (así, con apóstrofe al principio). El estudio de una ciencia de la cual, aún comprendo muy poco, con la que estoy empeñado en desentrañar realmente de que se trata y adquirir los conocimientos necesarios para llegar a ser un patafísico consciente.
La Patafísica, es la ciencia de las soluciones imaginarias. Y también del estudio de las excepciones.
Ninguna de las dos aseveraciones me queda clara, casi nada; pero logro vislumbrar en ellas, formas diferentes y nuevas de concebir el mundo y todas las cosas conocidas, búsqueda de novedosos enfoques y facetas para comprender la historia humana y nuestra realidad circundante sin dar nada por hecho. Según Jarry y muchos otros estudiosos de la Patafísica, todos, somos patafísicos inconscientes y lo seguiremos siendo, mientras no logremos el conocimiento cabal de lo que es la Patafísica.
|