Cap. 24 Búsqueda…
Phillipe poseía muchos y muy poderosos contactos en las altas esferas de poder, y a pesar de no ser francés, Dylan también. Pero aparte de eso, fiel a las enseñanzas de su padre, Dylan se había procurado además muy útiles contactos en los bajos fondos, de modo que cuando recibió la respuesta de lo que había mandado a hacer a su sirviente, decidió que había llegado el momento de recurrir a ellos, pero antes debía hablar con Phillipe Saint-Claire.
Después que Phillipe había abandonado el Chateau de Lord Danworth, había vuelto al suyo, pero Sophie no había dado señales de vida. Estaban por salir de nuevo, cuando el mayordomo anunció que Lord Danworth y Lord Arlingthon, solicitaban verlo. Los hicieron pasar y aunque fue evidente para todos la angustia de Lord Arlingthon, el que habló fue Lord Danworth.
- Milord -- dijo dirigiéndose a Phillipe -- entiendo perfectamente su angustia, y le aseguro que la nuestra no es menor. Le ofrecí nuestra ayuda, y vengo a reiterársela. Sé que este es su país, pero si me permite hacer una sugerencia, tal vez podamos adelantar algo.
- Lo escucho.
- Lo que voy a decir, estoy consciente que es una acusación grave en contra de un compatriota suyo, pero espero lo tome con la intención que se lo digo, y que no es otra, que encontrar a la señorita Saint-Claire -- dijo Dylan, y como no hubo comentario por parte de Phillipe, continuó -- La pasada noche, Lord Arlingthon sostuvo una conversación en extremo alarmante con el Duque de Armagnac, donde sugería que tendría a su hija de cualquier manera. Esto nos ha inducido a creer con muy pocas dudas, que este caballero puede estar implicado en la desaparición de So… de la señorita Saint-Claire -- se corrió en último minuto
No era que Phillipe no hubiese pensado en ello, pero se le hacía sumamente difícil pensar, ya no digamos aceptar, que alguien con la posición de Armagnac recurriese a aquel despreciable comportamiento, arriesgándose además como sin duda sabía que lo estaba haciendo, a que él lo matase, porque si de algo estaba seguro, era que si Sophie estaba con él, no era por su propia voluntad. Sin embargo, y sin saberlo, pensó como lo estaba haciendo Armagnac.
Llegó a la rápida conclusión de que el Duque no era estúpido, si había hecho aquello no podía pretender que no se supiese, de modo que su intención tenía que ser obligar a Sophie a aceptarlo como esposo, pero si era así, primero mataba al desgraciado antes que entregarle a su hija a semejante mal nacido.
- ¿Y qué propone? -- le preguntó a Dylan
- Aparte de lo que pueda estar usted haciendo, pienso que alguien debería asistir a la reunión donde presumiblemente debería estar Armagnac esta noche
- ¿Cómo? -- preguntó Phillipe seguro de no haber entendido
- Milord, creo que es de vital importancia establecer con la mayor premura, si el duque continúa en París -- aclaró él
Phillipe abrió mucho los ojos porque había entendido el punto de golpe, y la verdad era que en su desesperación, no había pensado en ello. No quería ni pensar en la posibilidad de que Armagnac sacara a su hija de Francia, pero sin duda Danworth tenía razón. Miró a Maurice que tenía una expresión muy parecida a la suya.
- Necesitamos saber a la mayor brevedad dónde…
- Yo poseo esa información milord -- lo interrumpió Dylan -- El duque se ha esforzado mucho en asistir a las reuniones donde estaba razonablemente seguro que usted estaría, de modo que hay dos posibilidades, el Chateau LeChamps, o la velada musical en la casa de Madame Le Noir. Y creo que usted se decantaría por LeChamps
Phillipe miró con incredulidad y cierto respeto a aquel joven, ya que estaba demostrando tener una inteligencia y un instinto muy desarrollados.
- Tiene razón, pensábamos asistir a LeChamps
- Bien, entonces resta decidir ¿Quién lo hará?
- Yo mismo y…
- Si me disculpa milord, lo veo desde todo punto de vista inconveniente -- lo interrumpió Dylan --
No es mi intención sugerir que usted no esté en su derecho de hacerlo, pero dadas las condiciones emocionales en las que se encuentra, eso podría ocasionar un enfrentamiento no deseado con este caballero, y eso nos alejaría mucho de poder encontrar a su hija. De modo que sugiero, si no es muy inconveniente que sea el señor Germain quien lo haga.
- ¿Jacques? -- preguntó Phillipe mirando al chico
- Por supuesto -- contestó él -- iré a cambiarme de traje y saldré para allá.
- Nos encontraremos allá, y supongo que no tengo que decirle, que es importante que todo parezca normal -- le dijo Dylan
- Entiendo -- dijo Jacques
- Y para no dejar nada al azar -- continuó Dylan una vez que Jacques salió -- sugiero que el señor Saint-Claire, asista a Le Noir -- dijo mirando a Maurice
- Muy bien, así se hará -- y miró a Kendall -- ¿Usted ira a Le Noir? -- Kendall miró a Dylan y éste elevó una ceja
- No señor, pero para poder explicar los motivos por los que no puedo hacerlo, primero debo excusarme con usted -- Phillipe lo miró con extrañeza, pero nada dijo a la espera de que él concluyese -- Si no puedo ir es porque estoy en la misma situación que usted, y con el perdón de las damas -- dijo mirando hacia Marie y Madeleine -- si yo voy, es muy probable que termine matando al muy bastardo cuando lo vea, porque yo… yo amo a su hija, y espero ser merecedor de su consentimiento para hacerla mi esposa, si ella me acepta.
- ¡Oh, por Dios! -- exclamó Marie, mientras Madeleine intentaba ocultar su sonrisa, porque a pesar de la terrible situación en la que estaban, aquello era algo que había estado esperando, y no era ella la única a juzgar por el comentario de Phillipe
- Vaya hombre, tardaste tanto que pensé que me había equivocado en todo el asunto, pero escogiste el peor momento para esto -- le dijo -- Primero debemos hallarla, y luego me ocuparé de ti.
Sin embargo, a Dylan no se le escapó que por el repentino cambio en el tratamiento que le estaba dando Phillipe a su amigo, había pocas dudas de que Kendall contaba con su aprobación.
- Bien -- dijo Dylan -- Si me disculpan, debo partir. Una vez que tengamos la información vendremos a dársela.
- De acuerdo, yo iré a hablar con algunas personas que pudiesen ser útiles
- Le sugiero tener cuidado milord, con lo que dice y a quién se lo dice
- Lo tendré, y le agradezco mucho lo que está haciendo Lord Danworth
- Agradézcamelo cuando la encontremos -- y comenzaron a caminar hacia la puerta
- Ya que estamos en las mismas condiciones, espero puedas acompañarme -- le dijo a Kendall y este asintió
Dylan llegó al Chateau LeChamps antes que Jacques. Después de saludar a los anfitriones, se dedicó a pasear por el Salón en busca de Armagnac pero no lo veía, por lo que empezó a preocuparse. Un rato después, se encontró con Jacques.
- No está aquí -- dijo el francés
- No estaba -- dijo Dylan mirando hacia la puerta
Efectivamente en aquel momento iba llegando Jean Pierre. Dylan y Jacques se separaron ubicándose en distintos puntos para cubrir los posibles lugares a los que se dirigiera el duque, y poder escuchar su conversación. Dylan se acercó a un grupo de damas, que como de costumbre lo recibió con el mayor entusiasmo.
- Mi querido Lord Danworth -- dijo una de ellas
- Mi Lady -- dijo él rozando los dedos de la mujer con sus labios
Después de unos minutos de conversación intrascendente, de la menos apreciada por Dylan y que soportó solo en atención a los fines que perseguía, como de costumbre su instinto estuvo acertado.
- Jean Pierre -- dijo una de ellas, y por la familiaridad con la que lo trataba debía tratarse de alguna vieja amiga de la familia
Luego de los saludos y los exagerados e hipócritas halagos hechos por aquel individuo, se dirigieron de nuevo a Dylan.
- Jean Pierre, supongo que ya conoces a Lord Danworth
- Sí, ya hemos sido presentados -- y lo saludó con una ligerísima inclinación de cabeza -- Lord Danworth
- Milord -- lo saludó Dylan a su vez
- Veo que se ha apegado a nuestro país -- dijo Armagnac -- ¿Será nuestro clima o nuestras hermosas damas?
- Digamos que un poco de ambos.
- Sin ofender, pero creo que Inglaterra es un tierra demasiado fría
- No ofende quien dice la verdad, y desde luego en mi país no tenemos un clima tan benigno como el de ustedes, pero hay quienes así lo prefieren
Las mujeres, expertas en detectar tensiones, enseguida percibieron un posible peligro. Todos en París sabían de la antipatía que sentía el duque por Lord Arlingthon, del mismo modo que sabían que el sujeto que tenían al lado, era su mejor amigo y viajaban juntos. De modo que decidieron desviar la conversación.
- Jean Pierre querido -- dijo la mujer que había hablado primero -- No asististe a la velada musical que ofrecí en mi casa hace dos noches, pensaré que ya no me cuentas entre tus amigas
- De ninguna manera, lo que sucede es que no me he sentido bien últimamente, y de hecho estoy por salir hacia mis propiedades del sur
Una señal de alarma se encendió en el cerebro de Dylan. Tal y como había pensado, aquel desgraciado tenía que preparar el terreno para su desaparición temporal, porque no era tan imbécil. De modo que esperaba que sus otras diligencias dieran pronto resultado, porque debían moverse de prisa.
Phillipe estaba desesperado, había pensado en cualquier cantidad de posibles horrores, y después de hablar con quién le pareció más conveniente, él y Kendall se lanzaron a las calles de París en un esfuerzo inútil de dar con Sophie.
Ya era media noche cuando se reunieron de nuevo en el Chateau. Marie no había dejado de llorar desde que todo había comenzado, y Madeleine se esforzaba en mantenerla calmada. Los últimos en llegar habían sido Jacques y Dylan, y por su expresión, no lo habían pasado nada bien y Phillipe sintió pánico.
- La tiene -- fue lo primero que dijo Dylan al llegar
- ¡Maldito! -- gritó Phillipe con ira
- Pero aún está en París -- agregó Jacques
- ¡Gracias al cielo! -- exclamó Marie
- Pero no será por mucho tiempo -- aclaró Dylan
- ¡Juro que voy a matarlo! -- gritó Kendall
Los Saint-Claire habían pasado de una emoción a otra, en el breve lapso de tiempo en el que les fue dada la información, de la ira por saber que efectivamente la tenía, al alivio de que aún estuviese en París, y de éste al terror ante la perspectiva de que se la llevase donde no pudiesen encontrarla. Entre Dylan y Jacques, relataron todo lo que habían escuchado esa noche, y las conclusiones a las que habían llegado.
- El muy desgraciado lo último que me dijo fue que te diera sus saludos y que te dijera que espera verte pronto -- concluyó Jacques
- ¡Yo también espero verlo pronto, pero para enviarlo directo al infierno! -- exclamó Phillipe con supremo odio
- Milord, es necesario que se calme -- dijo Dylan de manera educada pero firme -- Tengo a dos hombres siguiendo a Armagnac, y me informaran de todos sus movimientos. De modo que debemos ser pacientes, advertirlo ahora de que estamos al tanto, nos pondría en una difícil situación y nos alejaría mucho de nuestro objetivo.
Maurice estuvo de acuerdo con Dylan, y entre todos intentaron calmar a Phillipe y a Kendall, porque ambos lo que querían era ir a despedazar a Armagnac. Dylan y Kendall se marcharon, y Dylan recomendó a Maurice y a Jacques vigilar a Phillipe para que no hiciese ninguna tontería, y les aseguró que él se encargaría de Kendall.
Sophie no tenía idea de cuánto tiempo había transcurrido desde que estaba allí, ya que ignoraba cuánto había pasado desde que perdiese el conocimiento y despertara en aquel lugar. Después de la marcha del duque, le habían llevado una bandeja con comida, una jarra con agua y una botella con algún licor. Sin embargo, ni comió ni bebió nada. También le habían llevado mantas y un chal para que se abrigase, porque a pesar de que aún no había empezado a refrescar, en algún momento comenzó a sentir frío, por lo que supuso que ya era de noche y tal vez la construcción de madera hacía que se conservara poco el calor.
Habían pasado muchas horas, aunque Sophie no sabía cuántas. Pensó en su padre y se le oprimió el corazón, sin darse cuenta comenzó a llorar de nuevo. Recordar a Kendall no le supuso ningún consuelo, sino que se sintió aún peor y se preguntó qué estaría pensando él a esas alturas. Sintió un ruido y se tensó, la puerta acababa de abrirse y el duque hacía su entrada de nuevo.
- Mi querida señorita, espero que haya podido descansar -- dijo mirando hacia el lecho de paja -- aunque lamento que no lo haya hecho de la manera más cómoda.
- Si en verdad lo lamentase, ya me habría devuelto a donde pertenezco.
- Me informan que no ha querido comer -- dijo él destapando las charolas que estaban en la mesa -- eso es perjudicial para su salud, y espero que esté usted tan hermosa y sana como siempre, el día de nuestra boda.
- Entiéndalo de una vez, eso es algo que no sucederá
- La que no lo ha entendido es usted mi querida Sophie -- dijo acercándose y ella retrocedió de forma automática -- Ninguna mujer quiere ver su reputación y por consiguiente la de su familia, manchada. De modo que accederá a nuestro matrimonio porque sabe que es lo mejor.
- Mi familia ha pasado por cosas mucho peores
- No me agrada hablar de cosas pasadas y desagradables, pero si se está refiriendo al encomiable esfuerzo de su padre, para intentar mantener limpio el dudoso honor de su madre y que lamentablemente terminó en su exilio, le concedo razón, fue algo terrible e injusto para su padre, por lo que no creo que quiera hacerlo pasar por algo similar -- Sophie lo miraba con incredulidad -- y sin duda será mucho peor, porque cuando todo París se entere de nuestra fuga romántica, y no dude que se enterarán, su padre va a pasarlo muy mal.
- ¡Es usted el hombre más miserable que he conocido en mi vida! -- exclamó ella
- Me juzga muy duramente, y sin tener en cuenta que todas mis acciones obedecen al amor que siento por usted. De modo que piense un poco, acceda a nuestro matrimonio en forma pacífica y todo esto terminará. La conduciré de inmediato al Castillo de Armagnac y luego de asegurarme de su comodidad, iré a hablar con su padre. Una vez que acordemos la fecha de la boda, la devolveré a su casa hasta el día de la misma.
- Es usted ruin, cruel y miserable, y solo accederé a casarme con usted, el día que el infierno se congele -- dijo ella con ira
Las facciones de Jean Pierre de ordinario hermosas, adquirieron un aspecto aterrador al verse desfiguradas por la rabia. Aquella terca criatura había convertido sus días en un infierno, y aun ahora, después de declararle en los términos más precisos su amor por ella, seguía despreciándolo.
Esa circunstancia era algo que las muchas generaciones de orgullosa sangre noble de un Armagnac, no podía soportar.
- Escúchame niña -- le dijo aferrándola por un brazo -- Te he ofrecido mi amor, mi nombre y todo aquello que por absurdo que fuese pudieses desear, pero te has dado el lujo de despreciarlo. De modo que es hora de que te enteres, que siempre obtengo lo que deseo a cualquier precio. Ya que te niegas a ser mi esposa, entonces te convertiré en mi amante y nadie podrá impedírmelo.
- Tendrá que tomar por la fuerza lo que no se ha ganado, pero se necesita ser muy poco hombre para una bajeza semejante, y sin duda usted está muy lejos de ser un hombre -- dijo con desprecio,
Jean Pierre perdiendo toda perspectiva la abofeteó con furia
- ¡Algún día suplicarás por mi amor!
- Sueñe señor duque, porque eso es algo que no sucederá ¿cree que suplicaría por el amor de un miserable, cuando he conocido el de un hombre de verdad?
Jean Pierre abrió los ojos de forma desmesurada, y en aquel momento la rabia, el deseo y los celos hicieron violenta explosión. Se apoderó de él tal locura, que sujetó a Sophie y desgarró el frente de su vestido. Sophie había tomado una decisión, prefería morir a permitir que aquel hombre mancillara su cuerpo. Se debatió entre sus brazos, y en el proceso chocaron contra la mesa y el candelabro cayó al piso haciendo que la hierba seca que cubría el piso ardiese con rapidez.
Sin embargo, Jean Pierre estaba fuera de sí y no prestó atención, de modo que Sophie como pudo, metió la mano en el bolsillo de su vestido y aferró la daga que le había dado su padre y que siempre llevaba consigo. Movió su pierna y clavó el pequeño tacón de su zapato en el pie de Jean Pierre, sabía que aquello no iba a causarle mayor daño, pero haría que aflojara su brazo el tiempo suficiente para ella mover el suyo. Con lo que no contó, fue con la ira de este sujeto que al sentir el dolor, ciertamente aflojó su brazo pero volvió a abofetearla con saña.
La intención de Sophie era quitarse la vida, pero después de la bofetada y encontrándose ya de por sí débil, sintió que todo giraba a su alrededor, y al ver que Jean Pierre iba a sujetarla de nuevo, movió la mano con tanta rapidez como le fue posible.
- ¡NO! -- gritó Jean Pierre, y fue lo último que Sophie escuchó antes de perder el sentido.
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