Hay gentes,
muchas mentes
pero la soledad ha dejado secuelas
en cada uno de nosotros,
nos ha dividido como especie,
no podría disuadir si es bueno o malo,
es tan real como el agujero estelar
abriéndose en el medio del universo.
Personas que sacan a pasear sus gatos,
sus perros, sus hijos y esposas,
¡oh!,
me refugio en las penumbras de esta vegetación,
no quiero verles,
ellos no se me asemejan
y me siento verde entre el azul de este Domingo.
Uñas con purpurina,
manteles en la hierba del césped,
parloteos que se mezclan con mis pensamientos
capaces de distraerme,
distraerme de alguna historia de Dickens
o de una corrección que hace nido en mi cabeza,
aunque ya no caeré en ciertas creencias,
colectivas y estériles.
Paseos al sol,
ellos son zombies andantes
y yo soy otro tanto,
paseamos mirando la existencia que penetra,
que asfixia y se llena de nosotros.
Yo naturalmente, también salgo a pasear,
saco el trapo desteñido
que envuelve las historias de mis libros
y los entrego a la vida,
los desprendo entre las ramas secas
que mueren y caen del árbol.
¿Hasta dónde he llegado
en la búsqueda de mis años?,
se aprende a subsistir y con eso alcanza,
he mirado tu rostro
y me has atravesado el alma,
me has comido el corazón
y te has largado con tus artimañas.
Pasear el desvelo nocturno,
colorear de rubor las mejillas afiebradas,
sueño que hostigas a menudo
y me han abrigado tus dedos
cuando el amor en estos versos
se ha mutado en violencia y disimulo.
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