FUGA C



El otro Óscar Wilde


Cuando cumplida su condena, Oscar Wilde sale de la cárcel de Reading, abandona Inglaterra a la que no regresará.

Según sus biógrafos vive primero en Berneval. Pero no está solo, su mujer le paga una pensión y se le puede ver en Nápoles, en Suiza.
Es un hombre derrotado y ya no escribe una línea. Alto, gordinflón y dominado por el alcohol vuelve a su antigua normalidad. Sablista ocasional gasta el dinero con muchachos turbios. En París, ocioso, frecuenta lugares elegantes aunque antiguos conocidos le nieguen el saludo.
Pero aún inventa frases vanas por las que será recordado, ha perdido la dignidad y el talento; después muere.

Sin embargo quizá pueda ser visto de otra forma su final, otro Wilde que ha escapado al escrutinio del erudito.
En efecto, el poeta es liberado de Reading pero está solo, sin medios ya no podrá huir al continente. Acosado se perderá en un Londres inmenso, vivirá en un suburbio y aceptará un trabajo de criado. Atrás quedan su sensualidad y su personalidad exuberante, de hecho es un hombre delgado, alto y parco de expresión.

En estas condiciones escribirá su última obra. Una novela corta, extraña y luminosa. En ella Wilde narra la historia de un hombre que al despertar en su lecho advierte que la noche lo ha convertido en un insecto. Esta circunstancia lo enajenará de su familia primero y de la sociedad después. Al final el personaje paga con su vida ser tan hondamente diferente.
Al terminar su obra Wilde ha cerrado un círculo completo. Ya no necesita biógrafos, en completa soledad muere y el manuscrito se pierde.

Pocos años después un hombre extraño en Centroeuropa inventará la misma historia. Se llama así mismo K. y la titulará La metamorfosis.