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- “Dime Crimson, ¿sabes que es un R.P.G.?” “¿Qué?” “Te lo explicaré, se trata de un Rol Playing Game, un juego de rol, donde tienes a un personaje y mediante avanzas vas adquiriendo experiencia y subes de nivel, ¿no crees que se parece algo a la vida Crimson? “Como lo mencionas, se antoja” “Está claro, mediante vas derrotando rivales obtienes experiencia y con la experiencia subes de nivel y te haces más fuerte y ganas nuevas habilidades” “Lo veo, cada vez que nos sobreponemos a un problema nos hacemos más fuertes y eso nos alienta a hacer cosas que antes no podíamos” “¡Tan exacto como siempre Sr. Cuervo! Sin embargo el juego de la vida acaba cuando tus puntos de salud se terminan y aquí no hay ninguna poción mágica” “Siempre es tan interesante compartir un té contigo Signore Arcobaleno, aunque a veces tus comentarios no combinan con el ambiente” “Pues me debes aguantar, yo no me quejo de las manchas de sangre que dejan tus siniestras alas Crimson” –

“Acaso este día podría ser más feliz” esa era la expresión que se leía en el rostro de Joseph, el joven más alegre de todo el instituto, probablemente no muy popular pero era un muy buen amigo, una persona confiable a quien buscar pues era bueno dando consejos para cada problema. Algo ambiguo, pues parecía no tener ningún problema, siempre andaba sonriente y era quien animaba momentos de tensión con una broma ocurrente.

Era también muy buen estudiante, casi siempre recibía excelentes notas y cuando no era el caso no se desanimaba sino ponía más empeño para la próxima lo cual alentaba a sus compañeros. Solía sentarse en una mesa con sus compañeros más cercanos para hablar de cualquier cosa, matar el tiempo, prestaba mucha atención cuando sus compañeros compartían sus anécdotas. Muy pocas veces hablaba de él mismo, era algo tímido.

En el segundo año, se unió un nuevo compañero a la clase con un nombre, extraño, probablemente… Italiano. Timotteo. De simple vista desagradó a todos, desaliñado con una actitud arrogante y ofensiva, no era el estilo de aquel calmado instituto, generalmente los estudiantes “como el” asistían por la tarde, pero él estaba ahí en el grupo matutino donde se encontraba la crema y nata. Pero pronto se dieron cuenta de que no era por nada, calificación perfecta en todas las asignaturas.

No logró hacer amigos, no parecía quererlos, sin embargo el trabajo en grupo era algo necesario así que terminó formando pareja con Joseph para un proyecto.
- Oye tú, simplemente prepara el reporte y yo me encargo de lo demás, ¿el tema es ecología verdad? Haremos molinos de viento, sencillo y práctico. Tienes alguna objeción.
Joseph negó con la cabeza. Era demasiado inhibido para debatir con la imperante postura de su compañero.

Para realizar correctamente la tarea debían reunirse para probar el experimento así que decidieron que sería en la casa de Joseph, una casa blanca y amplia cuyos cimientos yacían en lo alto de una colina alta, lo que la convertía en el lugar perfecto para probar los molinos de viento.
Ahí Timotteo conoció a la madre de Joseph, una dama joven y fresca como un ramo de lirios, la cual había quedado marcada con una cicatriz en la mejilla izquierda desde que tuvo un accidente en el que murió su esposo. En el patio de la casa, los jóvenes pusieron a andar su experimento, comenzó bien pero termino rompiéndose. La culpa caía directamente sobre Timotteo quien se quiso hacer cargo solo de la fabricación del molino-
-¡Che sciocchezze! – Pronunció entre dientes.
- Que raro, no parecía ser endeble, debe tener un defecto – dijo Joseph levemente mientras se disponía a levantar los escombros, pero fue detenido por Timotteo quien pateó con fuerza el molino roto y se dirigió a Joseph con furia.
- ¿Piensas que es defectuoso? ¡Deberías ver el rostro de tu madre!... decir que no hago las cosas bien, ¿Chi pensi?-
Timotteo estalló en ira pues se sintió agraviado por la crítica de Joseph a su experimento fallido, el cual debió ser “perfecto” como todo lo que hacía.

A pesar de que Joseph se sentía gravemente ofendido, era tan poco su poder ante su gran timidez que incluso terminó por disculparse. Timotteo se fue a su casa dejándole, esta vez, todo el trabajo a Joseph, pues si criticó su molino era porque podía hacer uno mejor. Así de torcido era el pensamiento del joven extranjero que dejó extrañado a Joseph.

El día de la presentación el molino de Joseph funcionó a la perfección pero fue Timotteo quien lo explicó y quiso llevarse todo el crédito sin haber participado en el trabajo escrito si quiera. Sus compañeros de clase se percataron de lo abusivo que era Timotteo y como Joseph siempre les ayudaba sentían todos simpatía por él y le aconsejaron más de una vez que no se dejase abusar por un idiota arrogante, algunos insistían en que ni se le acercara.

Por supuesto que Joseph no quería acercársele, comenzó a temerle a la actitud violenta de Timotteo pero aunque trataba de rehuirle, el profesor continuó emparejándolos siendo inconsciente de la relación que tenían, pues pensaba que la actitud de buen compañero de Joseph ayudaría a Timotteo a adaptarse.

Para la siguiente asignación tenían que disecar un animal y anotar todas las observaciones, ésta vez el grupo consistía de cinco personas así que Joseph se sentía más cómodo pero aunque su casa era amplia y con la luz suficiente para realizar la tarea, se rehusó rotundamente a que se llevase a cabo ahí. Tenía miedo de que al ver a su madre, pudiesen reaccionar con repudio como lo hizo el “Sciocco italiano” como ya le apodaban sus compañeros.

Ninguno pudo ocultar su cara llena de admiración al observar la gigante mansión que Timotteo llamaba casa. Desde que entró fue servido por los empleados con todo lo que necesitaban para la disección del condenado animal, uno en un tono bajo dijo “Signorino, i suoi nonno non tornerà fino a Domenica” Timotteo asintió y regresó con una mirada vacía al salón donde todos estaban.

Al final del semestre, como todos sus compañeros esperaban Joseph obtuvo las mejores calificaciones, fue felicitado por todos sus compañeros lo cual dio una gran felicidad a su madre quien lo miraba con orgullo. Algunas mofas no faltaron al enterarse todos de que aquel que se creía mejor que todos ni siquiera pudo llegar a los mejores diez de la clase, nadie fue a la ceremonia con Timotteo, un empleado colocó el sello de la familia en lugar de la firma de los padres e instantáneamente regresaron a casa.

Cuando las clases reanudaron, Joseph se percató de un cambio de actitud en Timotteo quien antes siempre caminaba orgulloso, tenía la vista fija en el suelo, cuando tenía que dar su opinión, en vez de imponerse ante todos, callaba. Nadie podía creer que el abusador pretencioso se había convertido en un cascarón vacío que se paseaba sin tener presencia en medio de todos.

Una tarde de viernes, todos salieron corriendo a disfrutar desde las primeras horas su descanso de fin de semana, ese día nadie recogió a Timotteo como era de costumbre, el joven caminó solo hasta llegar a un pequeño prado cerca de la colina donde vivía Joseph y se sentó en un tronco como si esperara algo. Joseph, movido por su naturaleza caritativa no soportó ver a su compañero como un fantasma olvidado, tomó valor y se acerco a él.
-Ho… Hola Timotteo!- Tartamudeó, Timotteo volvió la vista y lo miro con desdén, luego volvió a observar absorto cómo el atardecer se cubría de nubes negras.
-Oye, hoy vamos a jugar béisbol, ¿no quieres venir? – Insistió, pero no consiguió respuestas.
-No importa si no puedes jugar, tampoco soy muy bueno pero…
-¡Que no te piensas callar estorbo! – Gritó con gran ira. Joseph retrocedió, estaba a punto de irse cuando comenzó a llover y algo en esa lluvia fría le recordó su pasado, meditó un instante y se dirigió con toda la seguridad que podía hacia Timotteo, lo tomó por la camisa y le dejó ir un golpe estrepitoso.
-¡A quién llamas estorbo! – Gritó mientras en su mente solo pensaba “Pero que estupidez estoy haciendo”. Timotteo se levantó y comenzaron a pelearse cuando una de sus compañeras llegó con un paraguas en busca de Joseph quien se retrasó para el juego de Béisbol y al ver lo que pasaba llamó a los demás quienes dificultosamente los separaron, todos se admiraron grandemente con la actitud de Joseph, uno de sus compañeros preguntó por qué peleaban.
-¡No sé, éste tonto llegó y comenzó sin razón a fastidiar!
-¿Sin razón? ¿Qué ya no te acuerdas lo que dijiste de mi madre?- Timotteo calló y soltándose partió del lugar con los puños cerrados.

Al conocer esto el instituto, no pudo permitir que tales cosas se llevaran a cabo entre los estudiantes, y mucho menos uno de élite como era considerado Joseph. Justo ese año, el director había contratado un nuevo asesor para que se encargase de la disciplina así que Joseph y Timotteo tuvieron que ir a su oficina. El asesor vestía un formal traje negro y tenía una expresión de ausencia en su rostro, como si pensara en algo más.

-Aquí tenemos a los peleones- dijo con una sonrisa burlona – Joseph Robinson y Timotteo Albizzi ¿verdad? – Miró fijamente a éste último y le dijo – ¿Tu eres el hijo de Carlo Albizzi?
-¿Y eso qué?- respondió Timotteo irritado.
-Mi nombre es Ricardo Leone, mi empresa tenía algunos negocios con tu padre.
Timotteo apartó la vista y lo ignoró-
-Bueno, no estamos aquí para hablar de negocios, así que prosigamos. Verán, en éste instituto deseamos que el tiempo se aproveche, así que se quedarán hoy a ordenar los libros de la biblioteca central.

El castigo parecía algo ligero pero cuando abrieron la biblioteca no encontraron ni un solo libro en su lugar “Ese tonto, parece que los tiró a propósito” pensó Timotteo. A regañadientes, ambos comenzaron a levantar los libros, Ricardo los había separado en áreas para recoger, Timotteo se enojó al ver que el área de Joseph tenía menos libros y eran más ligeros, pero ni alegando que había sido Joseph quien comenzó la pelea hizo cambiar de opinión al asesor quien se fue con una taza de té a su oficina.

Cuando Joseph llevaba la mitad de los libros, encontró uno con un título curioso “Cronaca di famiglia Albizzi” recordó el apellido de Timotteo y sintió curiosidad por leerlo. Era un libro lleno de registros y facturas de la familia así como recortes periódicos de los acontecimientos sociales que la rodeaban, al final del libro figuraba un título que no hacía falta saber italiano para entenderlo. “Carlo e Vittoria Albizzi morire in un attentato terroristico. Il figlio, Timotteo Albizzi eredita la famiglia a quattordici anni” La fecha databa justo antes de comenzar el segundo año de secundaria. Luego de ordenar todos los libros, Joseph mostró el recorte a Timotteo.
-¡De dónde demonios sacaste esto!
-Sólo lo encontré en un libro – respondió Joseph mientras vio como Timotteo se volteaba para que no se percatasen de sus lágrimas, aunque eran obvias.

Joseph decidió apartarse, cuando Timotteo terminó de recoger los libros se fue como un rayo. El asesor de disciplina estaba esperando a Joseph en la salida y éste intuyó que ese libro no había sido dejado ahí por error o coincidencia y no vaciló en preguntarle.
-Dime Joseph, ¿has oído rumores del por qué de la conducta de Timotteo?- Dijo Ricardo a modo de respuesta. Joseph asintió.
-Decían que como sus padres eran ricos lo obligaban a ser perfecto en todo y por eso era arrogante, y que luego del primer semestre decepcionó tanto a sus padres que lo borraron de la familia y por eso ya no iba a su casa escoltado y estaba siempre distraído.
-Eso esperaba oír – dijo repitiendo su sonrisa siniestra – La verdad es que sus padres no eran para nada de ese modo, su padre Carlo “grande persona” no quería que su hijo viviera un mundo frío y cuadrado como el que él vivió, era un padre amoroso, lo conocí hace años cuando Timotteo aún estaba muy pequeño, luego de su muerte, la custodia de Timotteo pasó a su abuelo quien a lo opuesto de Carlo, planea convertirlo en el perfecto hombre de negocios que encabezará la empresa que lleva generaciones al mando de los Albizzi-
-Parece que todos lo juzgamos mal- Contestó Joseph cabizbajo
-Pero no es el único aquí, cuya cara está detrás de una máscara- Cuando Ricardo pronunció esto, un escalofrío se apoderó de Joseph.
-El joven prodigio que escucha a todos y que nunca se mete en problemas, Joseph, Timotteo ha engañado a todo el mundo ocultándose en una actitud arrogante y soberbia pero su teatro se cayó con el tiempo, sin embargo, ¡tú te has estado engañando a ti mismo!
Ésas palabras hicieron eco en Joseph quien en el fondo le daba la razón pero no quería aceptarlo, quiso refutar tal idea pero se quedó mudo.
-No hablas a nadie de tus propios problemas, solo escuchas… ¿no será que quieres ser escuchado? ¿Qué en vez de ayudar quieres ser ayudado? Sabes que no eres lo que solías ser, pero hay algo en tu interior que indica tu verdadera naturaleza.

Joseph corrió despavorido hacia su casa, no lograba comprender por qué decía todas esas cosas, o mejor dicho, por qué sabía tanto un desconocido de lo que solo su interior conocía. Comenzó a recordar viejas palabras “Se lanzó a la muerte” “Siempre había sido problemático”. Esa noche no pudo dormir, recordando todo mientras escuchaba el sonido de la lluvia, un sonido que siempre le hacía recordar.

El misterioso “Ricardo” tenía razón, cuando Joseph era pequeño era un niño problema, no se estaba quieto y a menudo se metía en problemas. Por parte era heredado de sus padres, se casaron muy jóvenes y siempre fueron unos aventureros, Joseph no sabía cómo canalizar toda la energía que tenía así que hacía destrozos por doquier. Una tarde de lluvia, siguiendo una rana salió de su casa hacia la calle, sus padres no estaban y su niñera era incapaz de controlarlo. Cuando tenía asido al animal se percató que estaba en frente de un automóvil, para su suerte giró a tiempo pero se estrelló con un árbol enorme. Su madre resultó sólo con una pequeña herida, pero su padre no sobrevivió al impacto.

Entre comentarios todo mundo lo culpó de la muerte de su padre, o eso es lo que él siempre creyó, por eso comenzó a contenerse, cada vez que estaba a punto de hacer algo arriesgado pensaba en las consecuencias que su última travesura había tenido y comenzó a convertirse en el chico tímido e inhibido que era, cada tarde de lluvia le recordaba a su padre y lo que él solía decirle “Vive con todas las ganas” en esas palabras expresaba todas las enseñanzas que podía darle.

Al día siguiente el asistente de disciplina los esperaba en la salida y los llevó de nuevo a la biblioteca.
-No creerán que con un solo día saldarán su deuda con ésta escuela- les dijo abriendo la puerta –Les prohíbo salir de aquí hasta que todo quede en perfecto orden.
Con éstas últimas palabras se fue y dejó a los jóvenes asombrados ya que ni un solo libro estaba fuera de su lugar. Joseph comprendió rápidamente a qué se refería y rompió el hielo preguntando directamente a Timotteo por su padre, éste se sintió molesto al principio, pero al final terminaron conversando y por primera vez había alguien que oyera lo que Joseph iba a decir. Luego de una charla Timotteo recordó que debía llevarse el libro de su familia de la biblioteca pero cuando lo revisó, no tenía las cosas que antes estaban escritas, había muchas fotos de su padre practicando todo tipo de deportes extremos junto a sus amigos, Joseph pudo identificar perfectamente a su padre al lado de Carlo en todas las fotos.

Cuando se dirigían a sus casas comenzó a llover y se encontraron a Ricardo sentado en el tronco del prado y cuando Joseph quiso acercase a preguntarle cómo sabía todo esto, el misteriosos asesor de risa sombría tomo su paraguas y lo abrió justo cuando un rayo de sol se aproximó de entre las nubes creando un arcoíris en el cual desapareció y no dejó rastro. “Arcobaleno” dijo Timotteo para sí mientras continuaban su camino.

-“¡Qué cansado es éste trabajo! En mi vida pensé que terminaría de trabajador social, aunque la paga es muy buena y el té también. Oye, ¿me estás escuchando, Crimson? ¡Crimson Crow!” “Ah! Lo siento, ¿dijiste algo?” “¿Qué haces?” “Juego la leyenda de Zelda” “¡Ha! Quien habla de leer el ambiente, pero sé que me darás la razón, además he descubierto otra cosa hoy, sí existen las pociones mágicas que te restauran la salud cuando estás perdiendo en una batalla, se llaman amigos, no me había percatado de lo valiosísimos que son… Crimson, ¿me oyes?” “Ajá…”

Texto agregado el 16-03-2013, y leído por 227 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
14-04-2013 Excelente historia. Un beso.***** MujerDiosa
22-03-2013 Buen relato, gracias por compartirlo. Un saludo cordial.***** Mayte2
17-03-2013 Que bien amigo, llevas como en una pelicula, desentrañando de a poco los personajes, los dos jovenes... que bueno que al final se entendieron. Un abrazo!!! Cinco aullidos yar
 
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