Los objetos de mi casa
1. En mi dormitorio tengo una marquesa de caoba. La palabra marquesa y el concepto son ahora obsoletos, creo. Casi nadie tiene ya una marquesa y los carpinteros no las fabrican más. Las casas actuales no tienen espacio, las mujeres se maquillan y peinan frente al espejo del baño. Pero yo crecí observando a mi madre emperifollarse sentada en el banquito compañero de la marquesa, mientras de la pequeña gaveta extraía estuches misteriosos de colores hermosos y tarritos de fragancias exóticas, o por lo menos asi me lo parecían a mi.
Ahora ella ya no está. La marquesa es mía. Soy mucho mayor de lo que ella era en aquel entonces. Digo su nombre en voz alta frente al espejo como un encantamiento o una invocación. La imagino riendo ante mi fantasía, bailando al ritmo del swing, con zapatos de tacón muy alto, del brazo de un hombre guapo.
2. Cuando tenía siete o seis años, la maestra dispuso que bordaríamos un cuadro con lanas de colores. Talvez "bordar" sea una palabra un poco pretenciosa. La labor era una casita con grama verde, cielo azul y la leyenda " Dios bendiga este hogar" en letras de un azul más obscuro que el del cielo. El día en que empezaron a hacer el trabajito, por algún motivo yo aún no lo tenía. Durante el fin de semana mi mamá lo compró y ante mi insistencia de que quería empezar con el bordado ya mismo sin esperar al lunes, ella me preguntaba que con cuál puntada habían empezado a hacer el cielo...y yo de puntadas no sabía ni media palabra. Aún no sé mucho, pero al menos ahora podría haberle dicho que era media cruceta o petit point. Lo que le dije fue que la puntada eran palitos, uno tras otro, tras otro. De esa cuenta, el cuadrito resultó con el cielo hecho de palitos azul claro, y el resto de la labor en petit point...fue un trabajo singular, diferente a todos los demás y durante casi cincuenta años estuvo colgado en la pared del comedor de casa. Ahora está guardado en mi armario. A mis ojos de persona adulta resulta algo feo, viejo y descolorido como para colgarlo en ninguna parte. Pero mi niña interior sabe que es un trabajo original y único. Creo que la decisión de qué hacer con él deberá tomarla alguna de mis hijas o nietas en el futuro. |