He asesinado al otro que caminó conmigo
Era un buen hombre
Un niño bueno
Buscaba en los ojos de los demás la excusa
Para creer que el amor existe
Que no es un invento de los poetas
Creía en la posibilidad infinita de creer
De buscar y encontrar
No se quedaba sentado en el andén
Husmeaba
Seguía.
Hoy lo asesiné con un golpe en la cabeza
Sin importar su rostro igual al mío
Lo miré desangrarse
Morirse aislado
Con frío
Pero no con el frío de los muertos
Si no ese frío visceral de los vivos.
Qué haré ahora
Después de mi propia muerte
Si el que queda de mí
Es tan sólo un asesino.