Killasumaq que en quechua significa “hermosa y bella como la luna” era una de las hijas de Sinchi Apusqui(1) tenia la joven unos ojos garzos y el cabello rubio, era mas hermosa que el lucero precursor del día, mas apacible que el murmullo de la fuente, debía unirse en matrimonio con Akoyanapa, joven de familia real y muy valiente en la guerra, diestro en la caza, fuerte y generoso, nunca el pintado guacamayo pudo sustraer su pluma apetecida al tiro certero de su flecha.
Pero Killasumaq tenia un amigo de juegos de la infancia llamado Ataukuri, que siempre se sintió enamorado de ella, de un carácter irritable y soberbio, en esos días se encontraba preso porque según las costumbres de aquel tiempo de severas leyes publicas había faltado el respeto a su padre, al saber de la boda envió un mensajero que llego en medio de los preparativos y de los continuos obsequios de su familia y de sus súbditos, llamándola aparte a killasumaq le dijo que Ataukuri le enviaba decir que no podía ser de otro pues sino la mataría.
Todas las tardes al caer el sol killasumaq se encaminaba con paso lento hacia la colina de Laris, desde cuya eminencia contemplaba el magnifico espectáculo del sol poniente, entre nubes abigarradas de oro y purpura, pero esta vez se encontraba pensativa y distraída, una lagrima involuntaria sorprendía sus parpados resbalando a lo largo de su mejilla, así como las gotas del roció caen sobre el tierno botón, pero el amor que siempre vela y espía los pasos, que busca las ocasiones de ver al objeto amado, Akoyanapa la había seguido a cierta distancia y la observaba, había visto la conmoción que experimentaba su amada y con cuya causa no podía atinar, en silencio sufría el cruel tormento, desconcertado y confuso no hallaba sosiego, determino por fin acercarse a la bella killasumaq y saber de sus labios la causa de su pena, el estrechando blandamente su mano entre la suya y mirándola con ternura le pregunta ¿es que acaso sientes que tu felicidad no esta fincada en ser mi esposa? ¿Haz visto algo en mí que pueda hacerme indigno? ¿es que acaso dudas que tú seas la estrella de mi vida, el ángel de mis sueños? Brillaban los ojos de killasumaq y con mudos ademanes más que con palabras le decía, si soy feliz Akoyanapa, tú me amas y tu amor es la delicia de mi vida, no ambiciono otra dicha, pero te contare que lo que me apena es que mi amigo de la niñez Ataukuri me ha amenazado de muerte si me caso contigo.
La pálida amapola reventaba sus botones en señal de que se acercaba la quinta luna del año, bajo cuya influencia debía celebrarse tan fausto enlace, llego al fin el día de la víspera de la boda y como de costumbre Killasumaq se dirigió a la colina donde la esperaba Akoyanapa, el sol declinaba y el ocaso estaba limpio y despejado, ni una nube ni un vapor que empañe su brillo, pero en el oriente comenzaba a ocultarse entre negras cortinas y un lejano ruido anunciaba que la noche seria tormentosa, la figura atlética y la larga cabellera risada de Akoyanapa apenas llego a la distancia que lo separaba de killasumaq los vino a reunir en un estrecho abrazo y acercaron sus labios arrobados de jubilo, sentían latir juntos sus corazones y se entregaron a los raptos de su cariño, fue cuando una agudísima saeta envenenada disparada con fuerza vino a unirlos mas estrechamente, mesclando sus sangres y sus últimos suspiros, la amenaza hecha por Ataukuri se cumplía, poco tiempo después reposaban los dos cadáveres bajo sendos catafalcos hecho de piedras toscas y puestos en hilera, sobre la misma eminencia que había sido el teatro de esta escena.
(1) Después del diluvio cita el historiador Montesinos hubieron muchos Incas que ocuparon el trono del Tahuantinsuyo y dice que el XXXII fue Sinchi Apusqui, que reino 40 años y murió a los 80 años de edad 207 años después del diluvio, fue cuando ordeno que se llamase al Dios Pirhua “Illatici Huiracocha” por este motivo lo llamaron Huarna Huiracocha.
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