Ahí estábamos: sentados en unos cómodos sillones debajo de las escaleras en la cafetería de siempre. Uno enfrente del otro. Con cuestiones que resolver; por ver que es lo que esperábamos uno del otro. Quién se iba a imaginar que después de un tiempo volvamos a vernos, volvamos hablar, volvamos a querer estar juntos nuevamente. Creo que ninguno de los dos lo imagino. Menos yo.
¿En todo este tiempo no tenías ganas de verme? Reproche número uno.
Lo miré, parpadeé y titubeé en hablarle.
¿Estuviste con alguien? Yo no pude todas me parecían estúpidas, sin temas de conversación, sin encanto, sin sentido de estar con ellas. Te juro que iba mandar mensaje, pero, tenía miedo de que no me contestes o que hayas cambiado el número. ¿Conservas el mismo número, no?
Sí, dije sorprendida.
Sí, ya sé; sino no hubiéramos coordinado para vernos acá. ¿No estas con nadie, no?- La misma pregunta la escuche ayer.
En eso escucho que baja alguien por las escaleras al girar la cabeza veo que es Francisco… ¿qué hacía ahí, qué es lo que quería, por qué puso esa cara de sorpresa cuando me vio? Por suerte pasó directo al baño que estaba al lado nuestro.
Germán, estaba vaciando un sobrecito de azúcar en su café, así que no vio quien bajo.
Pasa algo, Chiqui.
Yo quería irme corriendo. Chiqui indicaba que todo estaba bien; me sonrojé un poco que me volviera a decir así
No, nada.
¿Por qué me iría? Yo no le hice nada a Francisco solo dejamos de hablar. Solo dejamos de hablar. ¿Por qué dejamos de hablar? A sí, me acorde del “porque”: él estaba saliendo con alguien y me lo dijo mientras apoyaba su cabeza en mi hombro. Habrá pensado en tener una relación abierta o ser amigos con derecho. Yo no quería tenerlo como amigo con derecho, tampoco una relación abierta. Yo quería estar con alguien bien y sin complicaciones. Igual con Germán iba a tener todas complicaciones juntas. Ya lo habíamos pasado de estar intentando y deduciendo que es lo que quería uno del otro. La histeria continuaría.
Creo que no íbamos a terminar el café.
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