Era una noche de invierno de esas noches en donde después de la lluvia queda impregnado un olor a frescura, fue en una de esas noches que los sonidos incesantes que provenían del patio de la casa nos puso a toda la familia (esposa, hija y yo) sobre alerta, se oía que alguien andaba husmeando en el patio, fue tanto el ruido que los tres nos despertamos sorprendidos, mi esposa dijo:”un ladrón se ha metido a la casa”, me levante con cuidado a buscar un arma para defender a mi familia (llámese arma a una escoba, un trapeador o un cuchillo sin filo que en vez de partir un limón por la mitad lo aplastaba), he sido de la idea de no tener armas de fuego en casa. Fui sigilosamente hacia la puerta que da al patio, la oscuridad me hacia dar pasos muy lentos y cuidadosos, cuando afiance la chapa de la puerta del patio, el grito de mi hija me puso los pelos de punta y mi corazón empezó latir a mil por hora, fue tanto el susto que me pare y trate de sobreponerme, ella me decía gritando: “papi, papi, hay una rata gigante en el patio“, yo le respondí: “si es una rata ya se va a ir del patio”; “pues no creo“-me respondió-; “¿de que tamaño es?”-le pregunte-“tiene el tamaño del perro french poodle de la vecina”-me respondió-“no puede ser hija, por la oscuridad no podes ver bien”-le dije-ella ya había tenido más valor que su “valiente” padre y abrió una ventana para ver al intruso que estaba en nuestro patio. “Es peluda, tiene un gran hocico, nariz rosada y no tiene pelos en la cola”-me grito-en mis adentros pensé:”pero qué clase de rata será para que sea así de grande”.
Cuando finalmente abrí la puerta del patio, con una lámpara de mano que andaba dirigí la luz a la cara del intruso de nuestro patio, unos ojos rojos resaltaron en la oscuridad, el intruso al parecer la luz lo había cegado por completo, me acerque lo mas que pude y reconocí al intruso de nuestro patio; era una zarigüeya o el comúnmente conocido como tacuazín, de presto otro grito me sobresalto por completo, era mi hija que me preguntaba:”¿que es papi?, ¿que es?”,-es un tacuazín-le respondí; mi hija grito muy fuerte y le dijo a su madre: ”mami, mami hay un tacuazín en el patio”, la algarabía y el ruido se oyó por toda la casa; “un ladrón, no puede ser, un dueño de lo ajeno, llamemos al 911”-decia mi esposa muy preocupada, “no dile a tu mama, que es un tacuazín pero no de esos, sino un animal nocturno”-le respondí-eso la calmo y tranquilizo bastante.
Bueno ahora la tarea de sacar al intruso de nuestro patio, le tire agua, lo empuje con la escoba y hacia unos sonidos raros, gruñía y sibilaba, debo admitir era una intruso muy luchador y fuerte, pasaron uno 30 minutos cuanto de presto se me ocurre recoger una piedra y tirársela, se oyó como si la piedra hubiera dado en algo hueco, en la oscuridad no pude distinguir al intruso, si ya se había marchado o si con mi habilidad de tira piedras lo había ahuyentado, fue tanta mi curiosidad que me acerque y vi al tacuazín totalmente tieso, patas arriba, la lengua le salía por la boca, dije: “vaya que si tengo puntería de un solo tiro aniquile al intruso de nuestro patio”, me sentía tan orgulloso de haber pasado a mejor vida al tacuazín que llame a mi familia para que lo observara, se acercaron y les dio un poco de repulsión, mi hija lo puyo con el palo de la escoba y yo para estar más seguro lo moví con la punta del pie, era una realidad el tacuazín había pasado al cielo de las zarigüeyas.
La eliminación del tacuazín trajo consigo el problema de deshacerse de él, no podía tirarlo así en el basurero, el olor sería insoportable, además si la vecina me ve con este animal fallecido lo más seguro que habla a la policía y la división del medio ambiente me lleva preso por depravación a la fauna, ni loco, así que la única forma de deshacerse del pobre animal era enterrarlo, fui al garaje de la casa busque una pala, una piocha y una bolsa negra de plástico para meter ahí al intruso de nuestro patio, parecía todo un asesino de la mafia a sueldo, de esos que salen en las películas y quieren eliminar algún testigo. Íbamos de regreso al patio con mi hija, le dije “adelántate con la bolsa”; cuando otro grito me sobresalto, mi hija decía: “papi, el tacuazín ya no está“, “pero, ¿como que no está?”-le respondí-, “si ya se fue para el cielo, quizás”-me dijo.
Nuestra sorpresa fue al ver que si era cierto, el tacuazín ya no estaba en el lugar donde yo con mi habilidad tira piedras lo había aniquilado, “no puede ser”-dije-, no hallaba explicación para la desaparición tan extraña del tacuazín, me puse a buscarlo (mas como un trofeo de cacería) que por la forma en cómo había desaparecido; pero ni señales del intruso de nuestro patio, dije: “¿Qué le habrá pasado?”, a lo lejos se oyeron unos ruidos sobre un muro de nuestro patio, apunte con la lámpara hacia donde se oyeron los ruidos y para nuestra sorpresa, era el tacuazín vivito y coleando, los ojos le resplandecieron con la luz, poco a poco se fue alejando por el muro y a los pocos pasos se detuvo y giró la cabeza, se nos quedo viendo con una cara que decía:”pobres tontos, como me los engañe.”
Increíble el tacuazín se había hecho el muerto frente a nuestros ojos, tiene esa habilidad de hacerse el muerto como una forma de defensa, y parece muy efectiva ya que nos engaño a todos al punto que si hubiéramos sido mas rápidos lo enterramos suponiendo que estaba muerto, si es sabia la naturaleza. A la mañana siguiente a la salida de vecindario observe varios camiones con materiales de construcción entrando y saliendo, le pregunte a un vecino del porqué de tanto camión cargado, el me respondió: “al parecer van a hacer otras casas por acá, atrás de donde vivimos”, “mas casas”-dije el voz alta y pensé en el intruso de nuestro patio (el tacuazín); que quizás el intruso no es él, somos nosotros los humanos los intrusos en el hábitat de muchos animales.
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