Por Santiago caminaba descalzo, como si un fuerte sol aliviara mi estadía, vague con el impertérrito pensar de la vida, parecía haberme custodiado, la infamia amarga de estar enamorado, cabalgando por las noches, entumiéndome de hambre, por decirlo menos.
Fue como en enero cuando mis pesares desahuciados conocieron la pureza, la belleza, la estadía de un nuevo romance acercándose a mi destino, y fue cierto.
Conocí a Andrea justito antes de un día oscuro, fue un poco sencillo él despojarme de pudores para entablar a conversar con ella, si, fue ella quien me abrió el camino para desahogarme del vaso de agua donde me había hundido, fue como el viento para mí ese día, fue un lamento a estas alturas de mi vida, ella pensó que yo era su perfección, de hecho me entrego su cuerpo en carne viva, hicimos de nuestras noches todo un cielo, hicimos de todas formas un día nuevo, como olvidar, como recordarla, hoy mi corazón esta templado, aun cuando de a veces se agita, se convulsiona , y le grita, y ya no son susurros, son lamentos, el momento de la despedida me devasta , las noches sin sueño es lo único que me acompaña, el sentimiento nefasto de su pureza, me conmueve, donde estas a esta hora de la mañana, donde caminas por la noche, vuelve a mi te lo imploro, y por cualquier duda, trata de no darle cabida a la tempestad que provocas en mi.
Al perecer amigos escritores, el amor nos conmueve cada vez que le abrimos nuestras puertas, pero también se reconoce que a la deriva nos traiciona y nos deja sin respuesta.
Con todo mi amor a mi polola
Perla Andrea Madrid Bernal.
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