I
Una cosa siempre ha hecho Cecilia con su vida, es caminar. Caminando encontró a Rosa, una gata de vida mundana, la miro, se miraron, conversaron, rieron, fueron a comprarse una pollada, cantaron, bailaron, le presentó a su enamorado, Cecilia reía, la llevaron a su casa, estaba borracha, se fue despacito a su cuarto, su padre dormía, ella se sacaba la ropa, se cambiaba el protector diario, iba corriendo a lavarse los dientes, al día siguiente tenía clases en un instituto, mandaba un mensajito escrito a una cajita de pensamientos y dormía.
Se levantaba, Cecilia, a las cinco de la mañana, se daba una ducha con agua fría, iba al mercado, compraba pan, diez. Camote con sangrecita, quinua, iba a corriendo a casa, le daba de comer a su padre, a su perra y se iba a la calle.
En la calle conoció a Jonàs, era un aspirante de poesía, tenía la cara desfigurada y usualmente lo encontraba borracho, borracho, borracho, era vulgar, pensaba. Vulgar para escribir, "porque hice la casa sobre tu mierda", "dentro de tí depósite màs que esperma", "màs allà del viento, de tu olor de pescado, no existe espacio", un día planearon tomar fotos a mariposas. El lugar fue, Quilca.
Cecilia llevaba una cámara poco profesional, tenía que comprar sus pilas, le costaban tan caro y corría con este loco y locuaz amigo para buscar a las mariposas.
Jonàs en vez de ser gentil con las palomas, era cruel. CEcilia avergonzada pedía permiso, sudaba, buscaba una manera de decirles por favor, porque pensaba, que eran bellas.
Todas las rechazaron y su amigo infeliz, las insultaba, corriendo tras Cecilia, para que siguieran hablando de poesía.
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