Esperé que volviera
sin querer volverme.
Le esperé de noche
donde hasta el silencio duerme.
Le esperé sentada
y le imaginé mil veces.
Le soñé en mi cama
hasta que me pidió perdón.
Vi su sombra, oí su voz.
Tan sólo eso necesitaba.
De esa forma regresó.
Fue suficiente, me bastó
para darle entonces
así mi espalda.
Subí a un árbol,
y de rama en rama
llegué a la copa
hasta atrapar mi alma.
Volé sin querer volverme.
Volé y volé, con total calma.
Autora: Cielo Vázquez (cieloselva)
Texto agregado el 08-03-2013, y leído por 232
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