“Todo lo que ates en la tierra será atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra será desatado en el Cielo.”
Entonces yo me pregunto ¿Qué tipo de “paraíso” nos espera tras la muerte? ¿Qué tipo de “descanso eterno” nos espera, si la cruda realidad está tan llena de porquería, de gente que muere de hambre, de hipócritas que juegan a amarte, de sensaciones amargas esculpidas por la vida misma? ¿Qué tipo de “Dios” tan misericordioso es el que nos muestran que incluso, después de la muerte, quiere hacernos gozar de la basura cotidiana?
Nos hace falta un empujoncito para darnos cuenta de la mentira, de que solo en uno se puede confiar, de que no todo es perfecto, del miedo que le tenemos al futuro y no lo queremos reconocer.
Asumir que cuando escuchas que debes elegir desde ya tu camino, te tiembla el cuerpo entero y tu corazón se tambalea de incertidumbre. Del tan solo pensar en “volar alto” te estremeces, porque el riesgo no está solo en caer, sino que se te desarmen las alas con el sol. ¿No es así Icaro?
Pero no, claro que no, no estamos para admitir eso, todo gira ante lo incauto del dinero, todos quieren ser más que el otro, todos viven del pasado pensando en un mañana que quizá nunca llegue o tal vez sí. Quizá solo somos el sueño de alguien o quizás soy el electrón que falta de un átomo perdido y es por ello que voy saltando de un lado a otro. Quizás solo soy una onda de sonido que vibra con la guitarra. O quizás soy una marioneta de una niña solitaria que se inventa una vida conmigo, que me hace caer para poder burlarse o me hace triunfar para satisfacer sus propios fracasos. No sé, quién sabe, solo “dios” ¿No? Ja.