Silvia y su amiga Linda
Tengo que aprenderme para mañana el tema de la reproducción, que hay examen, pero llevo toda la tarde con el libro delante y sólo me he aprendido que las mujeres tenemos unas trompas, de Falopio. ¿Quién sería ése? Es lo único divertido del tema. ¿Te acuerdas el otro día en clase de Música, cómo tocaba David la flauta? ¡Qué mal! y se le hinchaba la cara como un globo. ¡Anda!, qué lo de esta mañana, el médico nuevo, todo el rato haciéndome preguntas: ¿prestas atención en clase?, ¿qué tal con tus padres?, Silvia ¿quién es tu mejor amiga? Pues tú, Linda, le dije, ¿cómo es?, pues no sé, como yo quiera; ¡Qué pesado!; y encima me dice que tengo que tomar una medicina todas las mañanas.
Con el desayuno me he tomado la pastilla que me mandó ayer el médico nuevo; dice mi madre que es un psicólogo, que ayuda a las personas a sentirse bien, que no es un médico; pero con esa bata blanca y esas gafitas tiene pinta de médico, que los psicólogos van con traje y son muy guapos, que los he visto en la tele. Pues yo ahora no me siento nada bien, Linda. Me duele la tripa y me sabe muy mal la boca. El examen de “cono” me ha salido regular. Sólo me acordaba de algunas cosas que repasé ayer con mi madre, mientras cenaba. No pude ver la tele, así que hoy no podemos hablar de nuestro programa favorito. No me han preguntado nada del Falopio ése. Si algún día mis padres me compran un perro lo llamaré Falopio. ¿A que "molaría"?
Ya verás, Linda. Voy a meter una canasta que se va a acordar el enano de Guillermo, que me tiene harta, que está todo el rato llamándome jirafa inútil y dice que no soy capaz de meter ni una canasta. O mejor, me dejo caer encima de él cuando coja la pelota y le aplasto, para que llore un poco, como siempre que se meten con él, que es un “mimao”.
Parece que me duele menos la tripa, aunque me encuentro un poco rara, ya no me río contigo como me reía antes. No te enfades Linda, sigues siendo mi mejor amiga, pero tengo que prestar más atención en clase, que si no, voy a tener que repetir, y mis padres se van a enfadar mucho, sobre todo mi madre, y mi padre se va a poner muy triste. Yo sí me encuentro un poco triste.
El profesor de Matemáticas me ha dicho que he hecho muy bien las fracciones; pero yo no me he puesto contenta y me ha dicho qué si me daba igual, y, como siempre, han empezado todos a decirme cosas, entonces yo le he dicho idiota a Marta y el profe me ha advertido que la próxima vez me castiga; creo que me tiene manía; todos se meten conmigo y nunca digo nada, y para una vez que digo algo me quiere castigar. Bueno Linda, no tengo más ganas de hablar. Voy a hacer los ejercicios de lengua. Mi padre me dice que acabe la merienda, que llevo una hora con ella, pero no tengo hambre, llevo unos días que como menos, y con lo flaca que estoy.
Linda, tengo poco que contarte. Bueno, sí, que me aburro mucho. Pero no creas que sólo contigo, con todos. Mis padres dicen que estoy muy seria y que no hago nada más que dar malas contestaciones; ¿que qué me pasa?; y luego cuchichean algo de las pastillas. Yo también creo que las pastillas me van mal, pongo algo más de interés en clase, pero tampoco me sirven para mucho. Prefiero ser como era antes, cuando jugaba contigo. Pero es mejor que ya no juguemos, ya no me lo paso bien.
Hoy he ido al psicólogo y me ha dicho que ya no tengo que tomar pastillas, pero que tengo que prestar mucha atención en clase. Mamá y papá parecían contentos. Yo también, porque desde que empecé a tomarlas soy como otra niña. Lo malo es que ya no tengo a nadie a quien contárselo. Si por lo menos tuviese a Linda, pero como le dije que era mejor que no nos viéramos más. Como me gustaría volver a ser su amiga.
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