(2) MISIONEROS
Es sábado en la tarde y en el patio de mi casa hay bullicio celebrando el cumpleaños de uno de los nietos. Es mediados de verano y el tiempo está perfecto para toda la familia gozando de la piscina con mi hermano y mi primo a cargo de la barbacoa (parrilla, asado) , tradicionalmente el trabajo de los hombres.
He entrado a la casa en busca de más hielo cuando el timbre de la puerta suena. Me llego a ella y al abrirla me encuentro con dos muchachos altos, blancos, limpios y muy sonrientes.
-Buenos días, señor- Me dice uno de ellos muy respetuosamente –No queremos molestarlo pero ¿Podríamos hacerle un par de preguntas?
Este tipo de visitantes son ya conocidos en barrios residenciales, se llegan en bicicletas siempre en pares vestidos de camisa blanca y corbata que hace juego con los pantalones negros y la mochila en la espalda, fácil sonrisa. Por todos son conocidos por jóvenes adolescentes cumpliendo con sus obligaciones para la Iglesia Mormona.
-Buenos días, muchachos, no es molestia, lo que pasa es que…- no termino, me interrumpen.
-Por favor, por favor, solamente quisiéramos saber si últimamente ha platicado con Dios y…- Ahora yo interrumpo,
-Miren, muchachos, no es que yo no quiera escucharlos, pero como verán por mi acera, hay varios coches. En el patio de mi casa tenemos una celebración de cumpleaños y como ven llevaba hielo que me pidieron.-
-Disculpe, por favor, no es nuestra intención interrumpirle la fiesta.- Me aclara uno de ellos.
En son de broma y con una gran sonrisa el otro me pregunta:
-¡Una fiesta de cumpleaños! ¿No nos invita?-
-Con mucho gusto lo haría pero pasa lo siguiente en la celebración: los niños están bebiendo Coca-Cola, las damas están compartiendo unas copitas de vino, lo hombres se están “echando” una que otra cerveza, cuando partamos el pastel lo acompañaremos con tazas de café y para colmo hay una pareja que aprovechando estar afuera gozan de unos cigarrillos. Como ven, el patio de mi casa es un verdadero centro de perdición (a regular hell hole)-
Se rieron ambos patojos (muchachos) y me dijeron –Está bien, muchas gracias, solamente permítanos dejarle estas hojitas volantes que le darán una idea de la obra de nuestra iglesia para la comunidad y talvez podemos regresar otro día en que no haya fiesta. Ya no lo molestamos, vaya y goce de su familia.- Dieron la media vuelta y se dirigieron a la casa del vecino.-
-Adiós muchachos- Ellos se fueron y yo retorné a lo indebido, de acuerdo con los mormones.