Había una vez el señor oruga que esperaba la llegada de la primavera, sin embargo muy apenas el invierno comenzaba. Al principio de este fue difícil para el acostumbrarse, pues el ya era un poco viejo y no soportaba el frió como cuando era una larva.

Entonces el pobre señor oruga decidió construirse un hogar y esperar de esa forma hasta la primavera, pues su alimento escaseaba y al parecer el de los demás animales también dado que varios pajarillos habían intentado comerlo ya.

Triste y acongojado se puso en marcha en la construcción de su hogar, quería algo tibio que lo resguardara pero que no fuera voluminoso, nunca había sido un ser que le gustara acaparar grandes cosas, era más bien sencillo así que se esmero en que su hogar fuera como él.

Con ceras y otros materiales comenzó su construcción, pensó que lo mejor era hacerla desde adentro así que se refugió en el interior, hizo primero un soporte que aguantara su peso y después irguió las paredes, lentamente la crisálida fue tomando forma, hasta que al cuerpo del señor oruga se adapto, dentro de su nuevo hogar el señor oruga era feliz pues el invierno nunca le había gustado le traía amargos recuerdos, definitivamente el invierno no era para él.

Como forma de no aburrirse el señor oruga empezó a idear que hacer en primavera, eso hacia durante el día, por la noche dormía, pero paulatinamente su rutina se fue modificando por sí sola, el tiempo que pasaba durmiendo iba en aumento mientras que el tiempo que dedicaba a pensar iba decreciendo, cosa rara ya que a él nunca le había aburrido o molestado pensar, total dejo de inquietarse por eso achacándolo a que cada vez era más vejo.

Esa rutina continúo y continúo por un tiempo hasta que el señor oruga se sumergió en una etapa de letargo en la cual se encontraba semiconsciente pero no podía despertar, extrañamente podía sentir como extrañas sensaciones le aquejaban, nunca antes se había experimentado sensación igual, por lo que se encontró un poco abrumado, quizás así se sentía morir…

Lentamente se sumió en la total inconsciencia por lo que no fue capaz de percatarse de todos cambios que sucedían en él, su cuerpo fue modificándose y unas pequeñas alas empezaron a formarse en lo antes era su espalda y así continuo su metamorfosis durante el resto del invierno hasta que finalmente este cedió paso la primavera, el señor oruga seguía dormido pero su letargo se fue pocos días después de que la nieve se derritió por completo y las flores empezaron a brotar entre gotas de roció, definitivamente el señor oruga se sentía diferente, más vivaz pero no sabía la razón, quizás al salir de su temporal hogar lo descubriría.

Al romper las paredes de su crisálida en definitiva pensó que algo no era normal, el era diferente eso estaba claro, su cuerpo era más liviano y sentía un extraño peso en su espalda, ya no era una oruga, le decía su instinto, se pregunto que había pasado y sabia que la respuesta solo la sabría si descubría su nueva apariencia, veloz busco una superficie reflectora que le mostrara como era ahora, más las gotas de roció eran demasiado pequeñas para lograr ese cometido, camino hasta toparse con un pequeño charco en el que por fin logro descubrirse a sí mismo, era extraño, su rostro era el que tenía cuando era más joven pero no así su cuerpo, su nuevo yo era un cuerpo grácil y esbelto adornado por unas magnificas alas negras y azules, era igual a esos seres que antes había visto revoloteando en el verano entre las flores, mariposas creyó recordar que se llamaban y en lo único que pudo pensar al momento de procesar eso fue en que quizás sus planes para la primavera tendrían que ser modificados