Ya han pasado varios días y aun no logro una pequeña comunicación. Estoy aquí, tirado en mi cama, reposando y pensando acerca del porqué de todo esto que sucede. Miro el techo, cuento los insectos que dan vueltas alrededor de la luz blanca que resplandece del foco y pienso: “hasta esos insignificantes insectos tienen más compañía que yo…”. Agudizo mis torpes oídos, escucho a los bebés vecinos llorar, no sé si son lagrimas de felicidad o tristeza, lo único que sé es que no están solos, que hay alguien que los cuida y no los estresa, por lo tanto, dudo que sean lagrimas de pura tristeza. Giro mi cabeza, veo la puerta y me doy cuenta de que esta está abierta, dejando entrar esa cálida brisa que roza mi brazo izquierdo, me doy cuenta, de que este cálido viento es el único que me acompaña en estos momentos.
No sé qué sucede. En estos momentos, me pongo a pensar en el porqué de nuestra falta de comunicación, ¿por qué no hablo con ella?- pienso- . Luego, me doy cuenta de que no tengo una respuesta para esto ni para nada… estoy en blanco, sin una pizca de inspiración, simplemente, estoy aquí, escribiendo todo lo que puedo sentir. Siento la soledad que me acompaña, siento la tranquilidad, siento… Siento que miento, no siento y siento, es tan complicado. No puedo sentir, soy un alma que está condenada a la soledad, condenada a vagar sin rumbo, condenada a esperar y observar todo lo que sucede.
Estoy aquí, con esta estúpida idea de la cabeza de que ella llegara en algún momento y me abrazará como solía hacerlo, que me besara como siempre lo hizo, que me insultara tan tiernamente como solo ella sabe. Tengo muchas ideas dentro de esta cabeza. Estoy aquí, simplemente varado aquí, con esa idea, la cual sea, tal vez, la más importante y significativa, que no sale de mi cabeza y esa idea, la mas valioso en el fondo de mi ser, eres tú…
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