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Llega a las 05:30 am el ordenanza de la institución pública, el uniforme siempre limpio y planchado, saca el montón de llaves al llegar al portón de la oficina pública, abre el portón que más parece una fortaleza medieval para no traspasar la institución, se queja: “si ya no estamos en guerra, vaya portón el que mandó a hacer el Licenciando de esa época, quizás no se sentía seguro”. Empieza a tomar sus implementos diarios para la limpieza: escoba, trapeador, una manta roja para limpiar los escritorios y que a veces ocupa para limpiar sus zapatos. Cuando se retira, arrastra los implementos como si fueran una carga de varios años, como si los conociera de muy atrás, es más, los conoce desde hace 32 años, sus estudios solo le dieron para sacar el quinto grado, era suficiente para ganarse la vida; le consiguieron de ordenanza en una institución pública para pasarla al suave, sin problemas, la jubilación la tendría ahí, qué más podía pedir.
Empezando temprano las labores de limpieza encuentra un cuaderno número 100, rayado, forrado tan bien que la pasta no se distinguía del plástico, había sido forrado con gran esmero y dedicación; lo observó y lo sacó del basurero de plástico que siempre limpiaba, lo vio con cuidado y en la pasta decía: “Valores”, -valores-se pregunto,-¿quizá sea cantidad o números?-pensó-pero al abrir el cuaderno encontró contenidos que enseñaban a ser una mejor persona y como mejorar en la vida, le interesó tanto que lo leyó de la primera página hasta la última; luego se dijo:-¿Qué hijo de los empleados que trabajan acá lo habrá olvidado?- lo voy a guardar por si me lo reclaman.
Mientras lo leía encontró los significados de las palabras: honestidad, compartir, responsabilidad, la bondad, el amor, la puntualidad, la amistad; le interesó tanto que pasó quince días leyéndolas y aprendiéndolas de memoria, fue su clímax de aprendizaje, dejaba el cuaderno junto con sus pertenencias en el casillero. Esas luces de sabiduría le permitieron observar el comportamiento de sus compañeros, como de costumbre llegaba todas las mañanas a realizar el aseo a cada departamento de la institución, entablaba conversación con los empleados, observaba a los que llegaban tarde cada día y les comentaba:
-¿Que le pasó?- doña, don fulano de tal, su puntualidad no es tan buena-(lo hacía para entablar conversación, no sabía que tocaba partes sensibles de las personas).
-Sí, don Toño- le respondían-(con escusas sacadas de la manga de la camisa)-se me pinchó la llanta del carro, el bus se quedó por desperfectos mecánicos, mire pues, por eso llegamos tarde-no se preocupe don Toño, de seguro ya nos marcaron la tarjetas, es más cuando vaya a limpiar el otro departamento por favor le pregunta a Silvia si nos marcó-.
-Impuntuales- dijo don Toño.
Paso al otro departamento para hacer el aseo diario, encontró a los empleados unos de brazos cruzados, otros sacando fotocopias de revistas, al otro lo vio en la computadora viendo noticias deportivas.
-Buenos días, cómo les va, vengo a asearles el departamento-les dijo.
-Pásele don Toño dele que está bien sucio-respondieron.
Le preguntó a un señor, ahora que lo veo de brazos cruzados, ¿quizás se quiere a usted mismo?-.
-¿Cómo así?-le preguntó el empleado-
-Pues si, está de brazos cruzados, se abraza usted solo, se quiere mucho pues-le respondió-.
-Mire don Toño no estoy haraganeando, solo estaba meditando-le dijo el empleado.
-Disculpe entonces-le respondió.
Se traslado a otro departamento para realizar la limpieza diaria y encontró a varias empleadas hablando de otras personas, “estás están chambriando”-se dijo-, las saludó como siempre y oyó los chambres diarios que inventaban, y les dijo:
-Miren y ustedes saben que es el amor y la amistad-.
-¿Y usted que sabe de eso, don Toño?- le preguntaron.
-Bueno, he leído que el amor es universal, es proteger y ayudar, que se enfoca sobré asuntos de solidaridad y necesidad; que la amistad es una relación afectiva entre dos o más personas, que dura toda la vida-les respondió-.
-No venga con eso don Toño, no ve que estamos tijeriando y despedazando a varios compañeros, eso que usted menciona ahorita sale sobrando-le respondieron.
En seguida fue a otro departamento, la Jefatura de la institución (no sabía que la denominación de jefe para otras personas significaba Ministro de la institución); tocó la puerta de madera bien labrada, lo hizo tres veces.
-Pase-dijo una voz ronca que salió detrás de la puerta-.
-Le vengo a hacer el aseo Licenciado-me permite le dijo don Toño.
-Hombre claro don Toño es su trabajo hágalo no se preocupe-le respondió el Jefe.
-Mire Licenciado quiero hacerle una pregunta si me lo permite-le dice don Toño.
-Si es para aumento de salario estamos jodidos, no se puede-le respondió el Jefe.
-No Licenciado no es eso, solo quiero preguntarle: ¿y usted qué opina de la honestidad?-.
El Licenciado cambió la cara de alegre a preocupado, guardó con sigilo todos los papeles que tenía en el escritorio y le puso llave al mismo, se fue a la caja fuerte y también le puso doble llave.
-Mire don Toño que andan hablando algo sobre mí, ha oído algún comentario fuera de orden de mi persona, quien le dijo eso de la honestidad, ¿me está cuestionado a mí usted?-le pregunto el Licenciado-porque si sabe algo dígamelo con confianza, hablemos, usted es una gran persona para mí-le volvió a insistir- éste le dio tres palmadas en la espalda a don Toño.
-No Licenciado es que acabo de ver esa palabra en un cuaderno y me preguntaba cual era su opinión sobre eso-le respondió.
-¡Pero que alivio!, don Toñito, ¡que alivio!, no claro hay que ser honestos siempre, acuérdese de los mandamientos que Dios le dio a Moisés, aquel que decía: “No robarás”, ni lo dude, la honestidad es lo último que se pierde-le dijo.
Salió del departamento tan convencido de que el hombre era muy honesto, que a lo mejor le iba a pedir que le sirviera de fiador para un préstamo que pensaba realizar para ampliar su casita. Finalmente termina el día como cualquier otro, es el último que sale de la institución pública, solo deja a los vigilantes guardianes del patrimonio público, se detiene y se acuerda:”se me olvidó el cuaderno el que decía valores, lo voy ir a traer a lo mejor me queda tiempo de leerlo en la noche”. Llegó al casillero, le quitó llave y sacó el cuaderno, se dirigió a la salida y observó un basurero que se le olvidó asear, se me quedó uno, ahorita lo aseo, miró adentro y había otro cuaderno extraviado color azul bien forrado en plástico, lo tomó, le dio vuelta y en la pasta delantera tenia escrita la materia que decía: “Principios Cristianos y Religión”; al verlo don Toño exclamó: ”¡este cuaderno si va a estar bueno para leerlo también!”.

Texto agregado el 04-03-2013, y leído por 265 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
08-03-2013 Buen relato. Te felicito glori
05-03-2013 Reflexiones encadenadas a un cuento con un final muy sugestivo. HGiordan
04-03-2013 Excelente tu poema con un sentido muy profundo y reflexivo, es un placer recrearme con tu sentir. nacira
04-03-2013 Genial, has descrito los valores de toda la humanidad que se encuentran en el cubo de la basura. muy buen cuento elisatab
04-03-2013 Como casi toda oficina pública. elbritish
04-03-2013 Mmmm. Para asear algunos servicios públicos o ministerios lo primero que habría que hacer es echar a la basura a algunos de sus funcionarios, pero sólo a algunos. NeweN
04-03-2013 Muy buen cuento! 5* Pero me queda la duda de quién habrá sido el que escribió el segundo cuaderno... sería bueno que al menos un Papa lo leyera ¿no? quntur
 
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