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Cap. 20 Primer Encuentro…

Para la tercera temporada social de Sophie, Phillipe decidió abrir el Chateau Saint-Claire a las reuniones sociales. Phillipe era un excelente anfitrión, y Sophie que ya tenía la experiencia de dos temporadas anteriores, ayudaba a su padre en todo cuanto podía. Phillipe siempre contaba entre sus invitados, con las luminarias del arte y la filosofía de la Europa de la época, por lo que las reuniones o bailes allí resultaban muy entretenidos. De modo que una invitación de los Saint-Claire, se volvió algo muy codiciado entre los miembros de la sociedad parisina.

Sin embargo, cuando no recibían ellos, asistían a los lugares a los que eran invitados. Marie no era muy afecta a salir, de manera que era más el tiempo que faltaba que el que los acompañaba. Por esta razón, una noche hacia mitad de temporada, Sophie asistió a un baile en compañía de su padre y su tío, porque Madeleine se sentía indispuesta y tampoco pudo ir.
No era que Sophie disfrutase especialmente de aquello, pero sabiendo que su padre sí, nunca se negaba a ir.

Una vez que finalizó la primera danza de la noche, Sophie buscó con la mirada a su padre o a su tío, pero a quien vio que se acercaba fue al Duque de Armagnac, de modo que cambió de rumbo tan rápido como le fue posible. En su precipitación por huir de aquel fastidioso sujeto, decidió salir por una puerta que vio abierta, pero no se dio cuenta que había unos escalones, y habría rodado de la forma más indecorosa de no haber sido porque un par de fuertes brazos detuvieron su caída.

A pesar de que sentía que la tenían firmemente sujeta por la cintura, y luego de superar la sensación de vacío que experimentó al sentirse en el aire, intentó recuperar la estabilidad por sus propios medios.

- ¿Se encuentra bien? -- escuchó que preguntaba una voz profunda -- ¿Se hizo algún daño?

- Gracias a su afortunada y rápida intervención… -- comenzó ella

Pero se interrumpió en el momento que levantó la mirada, porque que cuanto sus ojos chocaron con los de su benefactor, quedó paralizada. Conocía aquellos ojos, tal vez el resto del conjunto solo le resultaba vagamente familiar, pero los ojos… su corazón comenzó a latir de forma desordenada, y el hombre la miró con curiosidad.

- Bien, me alegra que esté usted sana y salva -- le dijo mientras retiraba sus manos de la cintura de Sophie y daba unos pasos hacia atrás -- pero le sugiero tener más precaución -- y como ella seguía sin contestar -- ¿Segura que está usted bien? -- y ella asintió -- ¿Desea que vaya por alguien? -- pero ella negó y el frunció el entrecejo -- Siendo que me consta que no es usted muda, gracias al cielo -- aclaró -- debo deducir que le incomoda mi presencia, de modo que me retiro -- pero antes de hacerlo, ella pareció encontrar su voz

- ¿Dylan?

El aludido la miró y elevó una ceja con cierta sorpresa, y de inmediato comenzó a hacer un rápido repaso mental tratando de ubicarla. Sin embargo, estaba seguro que si la hubiese visto antes recordaría a una criatura tan hermosa. Pero antes de que él pudiese decirle de la forma menos grosera que no tenía idea de quién era ella, la joven se llevó la mano al pecho y extrajo…

- ¿¡Sophie!? -- aquello era algo a mitad de camino entre una pregunta y una exclamación, pero el colgante que estaba viendo no dejaba lugar a dudas

Y no tuvo ocasión de decir nada más, porque a continuación ella olvidando todas las normas sociales, se colgó de cuello.

- ¡Oh Dylan! -- exclamó -- No sabes lo feliz que estoy de verte de nuevo.

Aunque él estaba muy contento también, su expresividad y directa franqueza, lo hicieron sentir la vieja incomodidad de siempre.

- Es bueno verla de nuevo señorita Saint-Claire -- dijo mientras la apartaba con delicadeza -- pero dudo que su padre se alegre mucho si observa tanta informalidad

- No seas pesado Dylan -- dijo ella aun sonriendo -- somos amigos.

- Creo que es mejor que vuelva al salón -- le dijo, pero se detuvo y la miró -- ¿De quién huía?

- ¿Cómo sabes que estaba huyendo?

- De no haberlo sabido, acaba de confirmarlo -- dijo él con una media sonrisa -- Sin embargo, sería más prudente que conservara los ojos al correr

- No conozco bien este lugar, así que no sabía que esos escalones estaban allí

- Razón de más para fijarse por donde va, aparte de que una señorita no va por allí corriendo.

- No me des lecciones de comportamiento social Dylan Danworth, porque hasta donde puedo recordar, no eras tú el más afecto a ellas.

- Las personas cambian cuando alcanzan la madurez.

Aunque Dylan nunca había sido precisamente dulce o simpático, tampoco antes lucía tan distante, lo que llevó a Sophie a preguntarse si su amigo de la infancia aún estaba debajo de toda aquella frialdad tan típicamente inglesa. Pero se obligó a prestar atención.

- Aún no ha contestado mi pregunta.

- ¿Cuál?

- ¿De quién huía?

- ¡Ah eso! -- dijo ella con fastidio -- del Duque de Armagnac, ese individuo es lo más parecido a tener un molesto guijarro en un zapato -- y aunque él estaba a punto de reír, conservó la misma seriedad

- Esa tampoco es la manera más apropiada para que una señorita se exprese -- le dijo

- ¿Sabes algo? -- dijo ella mirándolo con ira -- ¡Puedes irte al infierno Dylan Danworth!

Le dio la espalda y sin ninguna ceremonia, alzó el frente de su hermoso vestido y corrió hacia los desdichados escalones perdiéndose en el interior del salón, sin que él hiciera nada por retenerla. No obstante, una vez que se quedó solo se volvió, caminó hacia el barandal y se asió con fuerza a él.
Sus pensamientos eran un revoltijo de recuerdos, a la imagen de la niña que recordaba, se superponía la de la hermosa mujer que acababa de ver y de molestar y de eso estaba muy consciente, porque una cosa le quedó clara, y era que aunque había cambiado en el exterior, Sophie seguía teniendo el mismo genio endemoniado, lo que le produjo una sonrisa.

Después que su corazón recuperó su ritmo normal, pensó en otra cosa. Ahora entendía a Kendall, porque aunque su amigo nunca había dicho nada al respecto, él seguía sustentando la misma opinión, y ahora estaba más que seguro de la razón. Desde que habían llegado a Francia, Kendall había asistido a casi todas las reuniones a las que habían sido invitados, aunque por lo general no se quedaba mucho tiempo en ninguna, y Dylan suponía que si iba a más de una reunión cada noche, era con el secreto objetivo de encontrarse con Sophie.

Dylan ya sabía que ella debía haberse convertido en una mujer hermosa, tanto por el interés de Kendall, como por lo que había leído. En los Canards siempre era reseñada como una hermosísima joven por la que los caballeros se peleaban, sin embargo y después de dos temporadas, Sophie seguía soltera, algo decididamente inaudito, lo que lo hizo plantearse cuáles serían los posibles motivos para ello.

Lo que sí supo, fue que Kendall sin duda alguna lamentaría mucho haber ido a otra reunión en lugar de haber venido con él.

Phillipe llevaba rato sin ver a Sophie, y ya había comenzado a preocuparse cuando ella apareció a su lado. No es que Phillipe fuese un padre perseguidor, pero sabía que cuando Armagnac estaba presente, Sophie se incomodaba mucho y procuraba permanecer a su lado. De modo que apenas la vio, supo que algo la había molestado.

- ¿Qué te sucede Sophie? -- preguntó Phillipe, esperando que por el bien del condenado Duque, no fuese por su causa.

Una vez que Sophie había dejado a Dylan, había caminado por el salón tratando de tranquilizarse. Se había detenido a saludar a un par de amigas de su padre, y luego había ido hasta donde se encontraba Phillipe. Pero él la conocía demasiado como para no darse cuenta.

- Nada, es solo que…

- Buenas noches Lord Saint-Claire -- la interrumpió una voz y Phillipe se volvió

A diferencia de Sophie, que había tardado unos segundos en identificar a Dylan, Phillipe lo supo de inmediato, porque aquel joven caballero era la viva imagen en una versión más joven de Joseph Danworth.

- Tal vez no me recuerde…

- Por supuesto que sí -- lo interrumpió Phillipe y extendió su mano -- Lord Danworth

- Es un placer volver a verle -- y luego miró a Sophie -- Señorita Saint-Claire

Aunque Sophie aún seguía queriendo quitarle la cabeza, ya estaba más calmada y decidió que ella también podía jugar ese juego, de modo que hizo una graciosa reverencia. Phillipe miró a su hija, y aunque estaba muy contento de que no hubiese reaccionado como él habría esperado tratándose de un amigo de su infancia, se preguntaba justamente la razón para aquel repentino ataque de serenidad y comedimiento, del todo impropio en ella.

- Si no lo considera usted un imperdonable atrevimiento -- dijo Dylan mirando a Phillipe -- me gustaría solicitar la compañía de su hija en el próximo baile

- De ningún modo -- le contestó y luego miró a su hija -- ¿Sophie?

Ella hizo de nuevo una ligera reverencia en señal de aceptación, Dylan extendió su mano con la palma hacia arriba, ella colocó la suya y él cerró la mano alrededor de sus dedos. Phillipe los vio alejarse y Maurice llegó en ese momento.

- ¿Lo conocemos? -- dijo mirando la alta figura que se alejaba con su sobrina

- Tú no pero yo sí, es Dylan Danworth, futuro Duque de Livingstone y Conde de Berwick -- le informó

Maurice elevó las cejas, porque si bien era cierto que personalmente no lo conocía, ciertamente sí conocía al actual Duque. Maurice había tenido oportunidad de conocer a Joseph Danworth unos años atrás, y aunque se sabía que el noble inglés viajaba con su hijo, en esa ocasión no conoció al joven, y así se lo hizo saber a su hermano.

- Conocí al duque hace unos años -- le dijo -- un sujeto poco dado a la conversación intrascendente, pero dudo que a esa sagaz y fría mirada, se le pase por alto ningún detalle

- Livingstone, Darnley y Cleves, son colindantes, de modo que los Danworth y los Arlingthon, eran nuestros vecinos más cercanos. Sin embargo, siempre tuve mejores relaciones con William Arlingthon. Joseph Danworth es un hombre frío y distante, y uno de los hombres más poderosos y peligrosos del reino. No obstante, y mientras nadie cometa la suprema estupidez de molestarlo, no suele meterse con nadie. Y tienes razón, no es especialmente conversador pero nada se le escapa, en Inglaterra suelen decir que Joseph posee más información que un confesor.

Entre tanto, el baile había dado inicio y cada vez que se acercaban, Dylan decía algo.

- ¿Disfruta usted de Francia señorita Saint-Claire?

- Dado que es mi tierra natal, sería muy difícil que no fuese así milord

- Hay quien opina, que la tierra a la que pertenecemos no es aquella que nos vio nacer sino la que nos vio crecer, ya que es donde se forjan las amistades y los recuerdos.

- Es posible.

- ¿No guarda usted memoria del lugar donde creció?

- Algunas.

Después de otro rato, Dylan volvió a hablar.

- Es una hermosa joya la que pende de su cuello -- le dijo -- ¿Un recuerdo quizá?

- Ciertamente, es uno de esos recuerdos que mencionó antes.

- Espero sea un recuerdo agradable

- Lo es, me la dio alguien que fue mi amigo.

- Es decir que ya no lo es.

- Francamente era mucho más agradable de niño de lo que es ahora.

- Lamento escuchar eso, pero es algo que sucede con extrema frecuencia, ya que con la madurez suele llegar la sensatez, y en ocasiones, ésta no resulta muy de nuestro gusto -- le dijo -- Afortunadamente no es su caso. Ya que se ha convertido usted en una hermosa joven, algo impetuosa tal vez, pero estoy seguro que mejorará con el tiempo.

Sophie tenía verdaderos deseos de ahorcarlo pero se obligó a mantener la calma, y deseó con todas sus fuerzas que terminara de una buena vez la pieza para alejarse de aquel estúpido arrogante. Le habría gustado poder preguntarle por Kendall, pero estuvo segura que en lugar de darle alguna respuesta, la sermonearía con el argumento de que era impropio de una dama hacer esa clase de preguntas, de modo que guardó obstinado silencio durante el resto del baile.

Una vez finalizado, la acompañó hasta donde estaban su padre y su tío. Él agradeció con una ligera inclinación de cabeza, y se volvió hacia Phillipe.

- Maurice -- dijo Phillipe -- te presento a Lord Danworth.

- Un placer milord -- saludó Maurice -- Tuve la fortuna de conocer a su padre hace unos años, dele mis saludos.

- Con gusto milord

- ¿Se quedará mucho tiempo en Francia? -- preguntó Phillipe

- Así es, mi amigo Lord Arlingthon necesitaba reponerse de un grave accidente que sufrió hace un tiempo, y pienso que Francia es un buen lugar para ello.

Sophie sintió que el corazón le daba un vuelco ¿Accidente? Aunque había decidido no mirar más a Dylan, en ese momento lo hacía y con los ojos muy abiertos. Dylan la miró en forma fugaz, pero le bastaron esos segundos para ver la angustia en los ojos de Sophie

- Lamento mucho saber eso -- dijo Phillipe

- Afortunadamente ya está mucho mejor, y si no está aquí hoy, es porque fue invitado a la casa del Conde LeChamps.

- Dele por favor mis saludos, y transmítale mis deseos por su por su pronta y absoluta recuperación.

Después de unos minutos, Dylan se despidió y se retiró, y Sophie sorprendió a Phillipe y a Maurice.

- Padre, quiero irme a casa

- ¿Te sientes mal? -- preguntó Maurice preocupado

Pero Phillipe creía conocer la razón del repentino malestar de su hija. Él estaba al tanto de la amistad que ella había mantenido con los dos jóvenes, pero en su visita a los Arlingthon, poco antes de que Sophie abandonase Inglaterra, Phillipe había notado que la forma en que su hija miraba al joven Lord Arlingthon, era algo que rayaba casi en la adoración; del mismo modo que no se le habían escapado las miradas de decidida admiración del futuro Duque, y en aquel momento pensó que el viaje de Sophie era lo mejor que podía suceder, dadas las circunstancias. Pero pensó que después de tres años, ya aquel enamoramiento se le habría pasado, sin embargo, parecía que estaba equivocado.

No puso objeciones a retirarse aunque aún era muy temprano, pero se prometió ingeniárselas para mantener a Sophie cuidadosamente alejada de Kendall Arlingthon. Y no era porque tuviese nada en su contra, pero aquel individuo estaba casado, y no permitiría que su hija sufriese por aquello.

A pesar de la decisión de Phillipe, las cosas estaban por cambiar drásticamente, porque a los pocos días de aquel encuentro, Phillipe se enteró de algo que lo haría reconsiderar las cosas.


Si algo tenía muy claro Phillipe Saint-Claire, era que nunca más contraería matrimonio, de modo que navegaba en las difíciles aguas de un mar de mujeres empecinadas en atraparlo, del mismo modo que podía haberlo hecho el más experto de los capitanes de la Armada, en medio de las furiosas tormentas ocasionadas por las damas que lo perseguían de forma incansable, y había logrado esquivarlas con éxito. Sin embargo, había mantenido tórridos romances con hermosas cortesanas, dispuestas a otorgar sus favores a cambio de otros. Para esa temporada, la cortesana de turno era la bella Susette, y esta encantadora damita fue la que le proporcionó una muy importante información.

Las cortesanas eran criaturas bellas, y con una extraordinaria capacidad para recopilar información de cualquier especie y de casi cualquier persona, pero especialmente de aquellos caballeros que tenían la poco saludable costumbre de hablar más de la cuenta cuando habían bebido más de lo razonable. Esto había contribuido a hacer de estas damas, personas muy influyentes, ya que no solo acumulaban información, sino que si eran inteligentes, podían usarla en su beneficio.

Lo que gustaba a Phillipe de Susette, era que aparte de bella, exhibía una inteligencia superior a la promedio. Leía mucho y era versada en diferentes temas, y en una ocasión ella le dijo que las noches eran muy cortas y los días muy largos, y que ya que empleaba las noches en satisfacer su cuerpo, había decidido emplear sus días en satisfacer su mente.

De manera casual y hablando de la reunión a la que había asistido la noche anterior, Susette mencionó haber conocido a Lord Arlingthon. Phillipe no había prestado mucha atención en un principio, ya que evitaba con diligencia hablar de otra cosa que no fuese arte, o de los últimos libros que la chica había leído, pero lo que dijo ella a continuación, fue lo que captó su atención, aunque como de costumbre, lo disimulo con el mayor éxito.

- Pobre hombre -- había dicho ella, refiriéndose a Kendall -- tan joven y haber perdido a su esposa y a su hija casi recién nacida.

Phillipe no hizo comentario alguno, pero a partir de ahí se dedicó a averiguar las condiciones en las que aquello había ocurrido, y ya que había recordado que Dylan había mencionado el accidente, se imaginó que estaría relacionada una cosa con la otra. Pronto reunió toda la información al respecto, y cuando tuvo la seguridad de la viudez del joven Lord Arlingthon, y aunque le apenaba las circunstancias de la misma, una sonrisa se dibujó en sus labios. "Quizá no todo está perdido mi pequeña", se dijo, y comenzó a trazar nuevos planes.





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Texto agregado el 04-03-2013, y leído por 122 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
05-03-2013 Me hice adicto a tus lecturas...Saludos felipeargenti
04-03-2013 Hermoso el encuentro de Dylan Y Sophie. Me siento enamorado de Susette... ji ji ji Un abrazo amiguis!!! Cinco aullidos cortesanos yar
04-03-2013 =X) Salem_the_Cat
 
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