Creo que la tienda del amor es cara. Creo que el mudo escucha al mundo en mil tonalidades de gris.
Creo en el pan, no en la sangre. Pero la sangre es color del mundo. Y el pan su cancion. Es decir, creo en las canciones, no en los colores, por mas que mis ojos me digan lo contrario. Creo en la vista que entra siempre por mi ventana. En el monte. En el lago, rodeado de ladrillos. En las ranas y su cantar de anochecida madrugada. Creo que el mundo sufre de delirio senil. Nada es mas viejo que el, a fin de cuentas. Quiza un poco de Alzheimer.

El mundo es sangre. Sangre de Dios. Sangre de Eva. Sangre del hombre. Y sangre de la bestia. El mundo es sangre. Pero la sangre se seca. Se vuelve ocre, se encostra, se pega, se pudre y se vuelve polvo. Y hay que echarle sangre de nuevo para refrescarla. Pero eso son cosas del mundo. Creo que el hombre deberia preocuparse por las cosas del hombre. Y dejar dormida la ira del mundo.

Creo que el viento es el ser mas hipocrita del mundo. Tiene mil caras. Esta hecho de todos nosotros. De lo que vivimos y lo que exhalamos. Es mensajero, si, pero tambien mentiroso. Creo que no se ve porque si se viera seria un demonio. Demonio de mil caras el viento. El viento. El aliento. El pedo. Que pedo. El pedo del mundo.


Creo que no se que creer. Por eso me invento cosas falsas, opiniones, las llaman. Pequeñas cositas. Cositas, invenciones de las mentes. Pequeñas, oh, que pequeñitas. Creo que es en las cosas pequeñas donde esta Dios. Y por consecuencia, el diablo. Pero el hombre tiende a ser orador, con gran estilo y elocuencia. Y hace de cosas pequeñitas los mas terribles gigantes. Dios y el diablo, los mas grandes. El hombre, el mundo, Rey, Reyes de tal denominacion, familia, especie.

Creo en las palabras. Y en su inutilidad. Creo en el amor. Y creo tambien en su pavor. Creo en el hombre, no en la humanidad.


Y creo que la fantasia me abandonó.



Para ser reemplazada con ojos de halcon labrador.

Ojos de pajaroperro para ver mas alla del gris de mi ventana, el mundo.