A veces creo que mis padres no quieren que me salga de mi cuna, pero también en otros momento siento que los estoy juzgando mal.


Todo comenzó una tarde de febrero, de este año 2013, un par de semanas después de mi segundo cumpleaños, la verdad estar solo en mi cuarto al inicio no me gustaba de a mucho y menos saber que mi hermanita de ocho meses estaba ocupando el lugar que me pertenece, en el cuarto de nana y papa.


Creo que la mezcla de tantos sentimientos desencadenaron en mi, que lograra mi objetivo, montar mi pie izquierdo como mucha delicadeza sobre la baranda que atraviesa mi nueva cama, por la que me remplazaron mi cuna verde que hasta donde recuerdo, ya se pensiono, pero bueno esa es otra historia.


Monte mi pie izquierdo en la baranda, después mi otro pie y o sorpresa, se hizo la magia, logre salirme de mi cama color wengue, Pero hay no nació esta historia. Esta historia nació cuando mis papas sintieron que alguien les tocaba su puerta en mitad de la madrugada. Semi desnudo mi papa abrió la puerta blanco del susto, y al verme entrar soltó la carcajada.


Pero días después de las carcajadas vinieron las palmadas y es hay donde esta mi dilema, no se si me pegan por que me volaba de la cuna, o por alguna razón que aun desconozco, la verdad yo sospecho que mi papa puso una baranda un metro mas alta que la anterior para que no yo me saliera, pero Sera que lo estoy juzgando mal, no Sera que esa nueva baranda es para probar mi talento por escalar, será que papa y nana quieren que supere esta nueva pared de madera, y los sorprenda otra vez en su cuarto.


No quiero juzgar mal ni a nana ni a papa, no debo decir, que no quieren que me vuele de mi cama, quiero creer que esta nueva baranda es un reto en cual ellos quieren que supere. Bueno en eso estoy y sin duda con un par de meses de practica lo lograre, hasta ahora llevo a la cima de la baranda pero no logro bajarme la veo muy alta pero con constancia aprenderé a bajarme del otro lado.


Papa y nana los amo por este nuevo reto que me han regalado y perdóneme por haberlo juzgado mal.