Revuelta en la habitación
De la fachada invisible
De la ropa acumulada
Y pan duro incomible
Bajo el catre, una caja
Que guarda felinos famélicos y moribundos
Pequeños como el dedo gordo
De color ocaso e incendio inframundo
Que chillan tímidos y débiles
A las pulguillas circenses
A las moscas que trepan el suelo
Que se adelantan a los podridos
Entre las colillas de cigarrillos
Y telas de arañas en sus frentes
En el rincón de ladrillos porosos
Estucados con mierda, aguarda la fruta
Una manzana de corazón machacado
Espolvorea el aliento
Con sus canas y la piel rugosa
Al lado una vieja paría aun
De un montón de cachorros en su fosa
Que se insestan y se aman
Hacinados en un cuarto más de treinta
Se huelen el trasero esperando el celo
Desayunan silenciosos, mirando su propia nariz
Los secretos de ultratumba
Frazadas tiesas, frías y ásperas
De ilusiones incoherentes
Y muñecas sin cabezas
Salen a sus escuelas y trabajos
En la madrugada celeste oscurecida
Un montón de extraños esperan en el suelo
Boca abajo mordiéndose la lengua
Con sus almendrados cerrados
Un montón de niñas esperan a la monja para entrar al convento
Se toman el aliento para revisar sus pecados
El padre espera asolado los sensuales ojos verdes
Otros viejos esperan la fila de la higuera y la soga
Los más oscuros esperan el sauce
Sacan números para verse la suerte
De no quedar en el purgatorio de nuevo
Y abrazar serenos la esperada muerte