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Luciano se fijó en aquella chica, la que lucía sonriente a orillas del espectáculo. Él se fascinó con sus rojos labios curvados, sus ojos azules y esa graciosa forma de modelar delante de un trofeo que esa noche sería para el ganador de aquel encuentro.

El hombre, se abrió paso entre las gradas y en un arrebato de locura, saltó al campo de juego y corrió los metros que lo separaban con la beldad. Cuando estuvo a su lado, sorteando policías y autoridades del campo, le susurró al oído:
-¡Te amo, belleza! ¡Conquistaste mi corazón!
La joven lo miró de reojo y le dijo entre dientes para que no se notara nada en la cámara que la filmaba junto al trofeo:
-Retírate imbécil, que voy a perder este empleo por tu culpa.
-Te amo, te amo, no sabes cuanto te a…
El chico fue sacado en vilo por tres policías, quienes lo colocaron dentro de un furgón y se lo llevaron al retén. Allí, fue multado en cierta cantidad de dinero por desórdenes cometidos en un espectáculo deportivo y quedó sujeto a firma quincenal por un plazo indefinido.

Pero, nada detuvo a Luciano, quien se dirigió el día siguiente al canal que transmitía esos encuentros, y trató de averiguar el nombre de su amada. Nada sacó en limpio, ya que le explicaron que las promotoras correspondían a personal part time, que no contaban con la ficha de aquella joven y que sólo sabían que para el próximo encuentro sería una vez más citada. El muchacho pudo atisbar un número de teléfono anotado en la lista de los part times que pertenecía a una tal Marcela. Lo anotó en su mano y partió azorado en pos de un teléfono. Si la suerte estaba de su lado, daría de inmediato con la chica y si no, la niña con la que hablase podría conocer a la muchacha.

-¿Aló?
-¿Marcela? ¿Eres tú?
-¿Con quien hablo?
-Con alguien que le interesa saber si eres tú la chica.
-Que yo sepa…sigo siendo la misma.
-Hablas con una persona que ya no puede vivir sin tu sonrisa.
Se escuchó una risotada al otro lado del teléfono.
-Conmigo no, ¿eh? ¿Por qué no te vas a reír de tu abuela?

Luciano supo que la chica con la que hablaba, estaba destinada a vestuario y que jamás sonreía a las cámaras, a menos que alguna vez se ganara la lotería y entonces sí reiría con ganas. Y respecto a la chica de sus sueños, no tenía la menor idea de quien se trataba.

Por lo tanto, el muchacho se vio obligado a asistir al próximo partido, en que se jugaban los cuartos de final. Buscó a la muchacha con mirada anhelante, pero no, ese día le tocó a otra niña, tan buena moza como la suya, pero con menos ángel para sonreír. No, definitivamente, la niña aquella no tenía parangón con ninguna otra mujer que él hubiera conocido.

Asistió a las semifinales, pero, por desgracia para él, esta vez la que sonreía al lado del trofeo era una morena de mirada picarona y labios sensuales que, sin embargo, tampoco poseía esa aura maravillosa de su chica. Se juramentó a no perder más el tiempo en algo que no le rendía frutos y por lo mismo, se retiró del estadio, muy deprimido y contrariado por el poco éxito obtenido en sus indagaciones.

De todos modos, asistió una vez más al campo deportivo, tal era su ansiedad. Esta vez sería la última oportunidad para tratar de visualizar a la muchacha y si no, muy a su pesar, pensaría que todo había sido una falsa ilusión. Aún así, su corazón, le sugería lo contrario. Los equipos desfilaron frente a la tribuna y se escucharon las voces de los presentadores. Luciano nada de aquello captaba y con sus manos sobre su cabeza, no podía aquietar su desazón. La niña que custodiaba el trofeo tampoco era la joven anhelada. Se puso a divagar, ¿cual sería su nombre? ¿Adriana, Consuelo, Margarita, Pamela, María, Sonia? Una ronca risotada a sus espaldas lo puso en guardia. Se volteó para individualizar a la dueña de tan grosera manifestación. ¡Noooooooooo! Era ella, la chica de sus ensueños, vestida con una polera descolorida y unos bluyines deshilachados. En una de sus manos portaba un cigarrillo y en la otra una cerveza. Emocionado, Luciano hizo el amago de saludarla, pero dos tipos fornidos abrazaron a la muchacha, la que lanzó otra risotada.

Con el corazón hecho pedazos, el joven descendió los escalones y se retiró por fin del estadio. Ya nada quedaba por hacer. Sucede que cuando un sueño se rompe, cuando las ilusiones se transforman en pompas de jabón, hasta los seres más fuertes sienten la pérdida. Luciano no era un hombre de mucho temple y por lo mismo, comenzó a sollozar como un chicuelo. Se había forjado tantas ilusiones e imaginado bellísimos instantes al lado de su chica, la sin nombre, la que se adueñó de su corazón sin siquiera ella imaginarlo.

-No llores si tu equipo está perdiendo. Existen cosas más importantes en la vida.
La que así hablaba era una chica de gorro descomunal que descendía las escaleras detrás suyo. Luciano, sin mirarla, sólo atinó a encogerse de hombros. De todos modos, él no era partidario de ningún equipo y las razones que lo llevaron allí, no eran para andarlas contando a diestra y siniestra.
-Mira tú- iba a contestar el triste muchacho, cuando reparo que la chica era muy bella, sólo que el inmenso sombrero no le permitía cotejarla por completo.
-¿Me permites?- preguntó él e hizo el gesto de retirarle el sombrerote.
Ella, le detuvo la mano y se lo quitó con elegancia.
-¡Tú! –gritó el muchacho y casi pierde pie por la sorpresa.
-¿Qué te sorprende tanto? No nos conocemos, que yo sepa.

Después, mientras caminaban del brazo, Luciano supo que ella se llamaba Sofía. Que tenía una hermana melliza que era su antítesis, si bien carecía de malos sentimientos. Que ella había acudido para llevársela a casa, pero que se negó a acompañarla. En fin, después conversarían y se abrazarían como buenas hermanas que eran.

Luciano nada escuchaba, sólo la contemplaba embobado, convencido al fin que lo suyo había sido un amor a primera vista y que Cupido, se había apiadado de su infortunio, colocando a Sofía, su Sofía en su camino…















Texto agregado el 27-02-2013, y leído por 110 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
27-02-2013 Menos mal que la que te encandiló con su sonrisa era Sofía. Un saludo. elbritish
27-02-2013 Que mellizas tan distinta. elbritish
27-02-2013 auuuu !!! ayyy deveras contigo, desesperante en la primera parte, casí me da un infarto!!! ji ji ji, la conclusión hermosísima... como Sofia. ME ENCANTO. Un abrazo hermano!!! cinco aulldios felices yar
 
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