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Inicio / Cuenteros Locales / sullivan074 / El payaso taquero (parte dos final)

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La tarde estaba preciosa, se respiraba en el ambiente el frescor de la primavera, sobre los verdes prados que formaban una serie de pequeñas colinas la mayoría coronadas por frondosos árboles de la familia de las oleáceas, estos eran la delicia de muchas familias que se reunían los fines de semana a compartir los días de campo , mientras los niños jugaban a perseguirse unos a otros, los padres preparaban los bocadillos y todos se lo pasaban en grande. Gildardo caminaba hacia donde estaba su familia era un chico inquieto y algo hiperactivo pero cuando estaba reunido con su padre y madre se comportaba, quizá era el estar con sus padres el balance que necesitaba para ser el hijo ejemplar.
Su madre lo llamo para que se acercara a merendar, estaban su padre su madre y sus dos hermanos pequeños sentados todos alrededor de un mantel que habían colocado sobre el pasto. En una cesta de mimbre su madre guardaba los bocadillos y ya habían comenzado a comer, Gil alegremente se acercó mientras se preparaba para tomar sus alimentos de la cesta vio que su hermano pequeño, que en esos momentos daba un gran mordisco a su emparedado, tenía sobre su mejilla algo que le pareció un insecto, detenidamente observo y antes de poder decirle algo noto que lo que comía su hermano era una tortilla rellena con gordos y blancos gusanos vivos que se retorcían y se salían por la comisura de la boca, Gildardo volteo hacia su padre y estos le sonreían mientras masticaban con la boca llena de gusanos y le extendían hacia él un plato lleno de ellos. Gildardo quiso retroceder y cayo sentado, en esos momentos el mantel que estaba en el césped se sumió sobre lo que era un agujero en el piso , los primeros en caer fueron su hermanitos y luego sus padres , el pozo aumentaba de diámetro y la arena se disolvía sobre el fondo negro y que soltaba un tufo como de semillas podridas. Gil retrocedía lo más que podía pero sus piernas eran pesadas como si no fueran de él y poco a poco fue jalado hacia la negrura.
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Gildardo se despertó esa madrugada , sudando y con el pecho palpitando aceleradamente, tenía la camiseta pegada al cuerpo y la frente perlada de gotas, el aliento le faltaba y jadeaba como si le hubieran privado del aire. Poco a poco se fue tranquilizando, sentado sobre su cama extendió la mano hacia la mesilla de noche sobre la que depositaba su móvil y observo la hora: 3:20 de la madrugada, sintió un pequeño escalofrío cuando recordó entre brumas la pesadilla que lo había despertado.
Siempre recordaba con pena a sus dos hermanitos que habían muerto en un trágico y lamentable accidente, ellos habían caído en un pozo de una construcción y habían muerto de sed, ya que nadie lo había podido encontrar, ellos se extraviaron un viernes por la tarde y fue hasta la tarde del siguiente lunes cuando los trabajadores de la empresa telefónica regresaron con los materiales a continuar con su trabajo cuando descubrieron a los dos pequeños al fondo de la zanja.
Su padre y su madre murieron poco después, a su madre quizá la mato la pena, a su padre se lo llevo un camión repartidor al cruzar una avenida. Gil nunca supo si la congoja de perder a dos hijos y luego perder a su esposa hizo que su padre se distrajera o si había sido un cruce intencional, la verdad solo su padre la supo.
Se levantó de la cama y fue hasta la cocina, tomo un vaso de cristal y se sirvió un poco de agua mezclada con jugo de mango, lo bebió con tragos grandes y paso al sanitario a descargar la vejiga. Cuando regreso a la cama no podía conciliar el sueño mitad porque temía seguir soñando lo mismo y mitad porque de verdad no podía , y lloro , lloro y se preguntó porque a él le había pasado esto, recordó entonces su infancia y la risa del payaso que regresaba siempre cuando estaba afligido, se hizo escuchar en su cabeza.
Esa risa pegajosa y cantarina que en otras circunstancias sonaría graciosa a Gildardo le parecía terrífica y atormentaba su alma.
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Eran las 10:20 de la mañana y estaba en su oficina redactando un informe sobre el volumen de exportaciones del trimestre pasado cuando sonó el teléfono, vio el identificador de llamadas y se alegró.
-Hola preciosa- dijo sintiendo como se le alegraba el día.
-Hola gruñón, buen día- dijo la voz al otro lado de la línea - hoy cumplimos tres meses de novios lo recuerdas?-
-Claro que lo recuerdo hermosa, justo estaba pensando en ti solo que no te había llamado porque tengo que elaborar un reporte pesado y además tuve una mala noche-
Quien llamaba era Mayra y contesto con un tono burlón. - Entonces porque dormiste mal no me llamaste temprano ¿eh?-
-No es eso cielo, es que no quise que el negro humor con el que desperté manchara la ocasión, pero no discutamos mejor mándame un besito , que ya quiero que sean las seis para pasar por ti ¿vale?-
-Claro que sí, te mando los que quieras y yo también quiero verte hoy, bueno te dejo trabajar porque ya tengo que atender a una persona. Chao cuídate, besito. –
Después de colgar Gil se sintió un poco mejor, y fue a servirse una taza de café Colombiano - Esa marca americana desprestigia el verdadero sabor del café colombiano- pensó pero aun así se sirvió.
El resto del día siguió pensando en su familia y en las cosa trágicas que habían pasado y tomo consciencia que todo aquello ocurrió después de que sus amigo y el habían ocasionado la muerte del payaso aquel. Recordó a Braulio y tomo nota que aquel había caído en las drogas y el alcoholismo, lo habían encontrado al año siguiente colgando de una viga en un cuartucho.
Tomas había entrado a trabajar con un bandido de su barrio y había sido muerto en una riña, lo habían despedazado sus rivales.
Ángel era el que seguía vivo de sus amigos pero estaba recluido en un sanatorio mental, un día había entrado a una carpa de un circo y abrió fuego sobre el escenario matando a un león y un poni que estaba tras el telón, hirió al presentador y asusto a unas quinientas personas entre adultos y niños, fue sometido y enviado a prisión pero de la prisión lo transfirieron al sanatorio porque afirmaba que lo seguía un payaso y se ponía violento con quienes estaban en su celda.
Gil había ido una vez a visitarlo y noto la cordura en sus ojos cuando Ángel lo vio, y le dijo
-Gil, amigo diles que no estoy loco , dile s que solo quiero matar a ese payaso maldito que nos persigue, diles Gil diles por favor ya no quiero seguir, - Esa vez Ángel se había hecho ovillo sobre sí mismo y había orinado y defecado mientras seguía gritando y llorando que Gil lo ayudara.
-Ángel - pronuncio su nombre evocando los momentos que habían pasado juntos, - te volveré a visitar amigo - pensó mientras cerraba su oficina.
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La cena había sido esplendida , el local estaba medio lleno lo que hacía que los camareros tuvieran tiempo y atendieran a los comensales oportunamente. Mayra estaba encantada con esta relación y aunque pensaba que quizá Gil fuera el hombre de su vida , no daba muestras de querer presionar ni forzar a su amado al siguiente nivel de compromiso. Gildardo por su parte estaba fascinado con Mayra y aunque pensaba en ella constantemente temía comprometerse con ella.
-¿Sabes Amor? - dijo Gil después de limpiarse la comisura de la boca al terminar el postre.
-Dime Gruñón ¿qué te pasa?-
-Es algo que, no sé; me tortura desde hace mucho tiempo, y no sé qué hacer, ¿recuerdas cuando nos conocimos que no te quise platicar?.-
-Si lo recuerdo-
-Sucedió hace mucho tiempo … te contaré - Gildardo platico a su amada como había sido su vida y todas las tragedias, mientras las tazas de café seguían una detrás de otra. Le conto sobre su amigo Ángel y el miedo que tenía sobre la posibilidad de terminar el mismo en un siquiátrico. Le conto del miedo que sentía por las noches y de cómo la culpabilidad que sentía por la muerte de aquel payaso, no le dejaba tomar decisiones importantes como comprometerse a formar una familia. Mayra se sitio conmovida y tomándole la mano le aseguro que todo estaría bien que visitarían a su amigo y lo recomendaría con unos compañeros médicos psiquiatras para determinar el diagnostico de su amigo y que seguramente lo que Gil tenía era un sentimiento de culpa porque el mismo se culpaba indirectamente de la muerte de sus familiares y amigos.
Llorando sobre el hombro de Mayra Gildardo se sintió reconfortado.
Casi era medianoche cuando salieron del restorán.

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Era un sábado y temprano se dirigieron al sanatorio mental donde estaba recluido Ángel su amigo y que habían quedado de visitar ese día, el hospital estaba relativamente cerca por lo que decidieron ir caminando desde el sector centro.
Un balde de agua fría hubiera sido mejor que lo que sintió gil cuando el guardia le informo de la muerte de su amigo la noche anterior
Ángel había muerto aterrorizado, los guardias no pudieron entrar a su celda y no se explicaban como fue que se desamarro la camisa de fuerza con que estaba sujeto, y con la que aparentemente había trabado la entrada, mientras con los dedos se arrancaba los ojos y se atragantaba con ellos en su garganta, muriendo de esa espantosa manera.
Gildardo sintió como su felicidad era manchada por esa fatal noticia.

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Las palomas levantaron el vuelo sobre la explanada de la catedral, Gildardo acompañado de su novia salió al atril tomado de la mano sintiéndose excelente. Había acudido a instancias de Mayra a confesar sus pecados y se había tomado su tiempo, el cura que lo confeso había escuchado con interés cada uno de los cargos que Gil había relatado. Le había puesto de penitencia acudir a misa cada domingo y rezar tres padre nuestro y el credo todos los días por la mañana, tarde y noche.
Gil se sentía jovial y libre su alma de esa culpa que lo atormentaba , alegre corrió hacia la plaza siendo seguido por Mayra risueña y feliz de que su novio tuviera tranquilidad espiritual.
Recorrieron juntos tomados de la mano los parque y plazas que estaban cerca del boulevard, y así caminando hacían planes para lo que era la consolidación de su amor, Gil le prometió matrimonio y ella feliz, acepto. Iba abrazada del brazo de Gil caminando con la cabeza apoyada sobre su hombro y le dijo
-Oye amor ¿me invitas a cenar? ¿ qué te parece si vamos al restorán que fuimos la vez que me pediste ser tu novia?-
– Te invitare algo mejor, - le contesto Gildardo - iremos a probar unos taquitos que espero sigan estando sabrosos, y ahora que tengo el perdón de Dios quisiera saber que fue de la familia de aquel taquero.-
Pero… ¿estás seguro amor?- La preocupación y un presagio nublaron la felicidad que rebosaba el corazón de Mayra.
-Si claro ahora lo estoy.- dijo Gil mientras pedía un taxi.


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Es extraño lo que se siente cuando se regresa al punto de origen, quizá es lo que sentirán los criminales cuando vuelven al lugar del delito, o es como ese sentimiento que da cuando después de años se está de vuelta en la que fue tu escuela. Una mezcla de esto y aquello sintió gil cuando contemplo aquel puesto, que parecía no haber cambiado nada. Excepto porque ahora era atendido por un joven obeso y dos señoritas de no mal parecido.
-Tacos, tacos! Pásele a los ricos tacos ¿Cuántos va a querer joven? - pregunto el taquero a la pareja formada por Mayra y gil.
-Tacos del payaso - leyó Mayra en la manta que anunciaba el puesto.
-Sí creo que así se llamaban desde entonces – aclaró Gil.
En el último momento sintió un miedo que ascendía desde el final de su columna vertebral y se expandía en su cerebelo. Pero sin dar demasiadas muestras de su cobardía se acercó y con voz un poco trémula pidió dos órdenes para comer ahí mismo.
El dependiente resulto ser hijo del señor aquel y alegremente servía las ordenes a la vez que contaba graciosos chistes y hacia bromas a sus hermanas y a uno que otro comensal . quizá siguiendo la tradición de su progenitor , era la atracción y no requería disfrazarse de payaso para tener a su público alegre y comiendo .
Gil se relajó poco a poco y de escuchar las jocosas bromas y el repertorio de chistes del gordo taquero en poco rato estaba riendo alegre,
-Lo malo de vivir aquí a la orilla del camino -decía el taquero a sus comensales- es que luego llegan y le preguntan a mi niño: ¿dime niño te a afectado vivir aquí a orilla de la carretera? Y mi hijo les contesta : Noooooouum!, Noooooouuuummmm!.-
Gil soltó una risa porque no esperaba ese chiste tan inocuo pero al mismo tiempo un chiste tan malo pero bien contado era casi tan bueno como el más sofisticado cuento.
Una parte de su ser se alcanzó a dar cuenta del peligro y se le erizaron los cabellos de la nuca, cuando desesperadamente buscaba la botella de refresco y le intentaba tomar para pasar el bolo. El taquero ajeno a lo que le pasaba a gil seguía hilando chiste tras chiste, Mayra entretenida con los chistoretes no se dio cuenta de lo que sucedía con Gil que entre carcajada trataba de tomar aire pero una parte de la comida había tomado el camino equivocado en el esófago y las arcadas mezcladas con un rictus de risa, se confundían con las risas de los asistentes.
El taquero hacia un acto de malabarismo con su utensilios cuando Gil ya estaba de un color poco violáceo y los ojos se le desbordaban de lágrimas mientras trataba de darse golpes en el pecho vio al taquero vestido con su atuendo de payaso .
Mentalmente Gil le pregunto - ¿Porque? Porque? No me dejas en paz ya confesé mis pecados y fui perdonado.-
Un eco que se formó con las risas de los que lo rodeaban la contesto.
-La culpa que sentías era parte de tu castigo, no te perdone ni antes ni ahora! Ja! Ja! Ja! Ja!- la carcajada sonaba distante y Gil veía al payaso que le hacía dengues y sonreía mientras le danzaba alrededor.
-¿Qué te pasa amigo?- le preguntaba el joven taquero - ayuda!, Este hombre se está ahogando – gritó, pero Gildardo escuchaba algo muy diferente.
-¿Qué te pasa bebe? ¿estas llorando? ¿le tienes miedo aun payasito?- Mientras veía como la cara del payaso se le acercaba y la sonrisa crecía hasta convertirse en una mueca horrible y los dientes eran afilados colmillos que babeaban una sustancia verde amarillenta con la pestilencia de alcantarilla, se hundió en el vértigo de la negrura. Con un grito ahogado murió.
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Poca gente acudió al funeral, La mañana había amanecido lluviosa, y los pocos asistentes se estaban retirando. Mayra y su prima que había sido de las mejores amigas de Gil permanecían al borde de la tumba, amontonadas estaban dos o tres coronas sobre el bulto de tierra . llorando sobre el pecho de su prima Mayra se reconfortaba .
-Vamos prima , nos tenemos que ir - dijo Gladys suavemente en su oído.
Mayra asintió y se llevó un pañuelo a sus ojos para secarse las lágrimas, al levantar la cabeza, con los ojos nublados le pareció ver la figura de un payaso que caminaba y se ocultaba tras de un conjunto de tumbas. En su mente escucho aquella carcajada cantarina.











Texto agregado el 26-02-2013, y leído por 178 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
28-02-2013 El sentimiento de culpa de Gil, lo persiguió hasta el final... Espléndido relato! ********** pintorezco
 
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