La necesidad de subir y bajar es una actividad que realizamos diariamente sin darnos cuenta, esta tiene repercusiones muy importantes en cada uno de nosotros y la pasamos de forma desapercibida, así por ejemplo podemos elevar el ego de una persona utilizando palabras alusivas y embellecedoras (lo que comúnmente conocemos como darse paja uno mismo) o por el otro lado ocupar palabras o situaciones en donde también el ego puede llegar a un nivel que quizá nadie quiere, el cual es estar a nivel del suelo o peor aun estar por debajo del suelo. Un día necesitaba urgentemente cambiar la bombilla de mi oficina; las sillas y escritorios no me permitían alcanzar la bombilla que terminó su vida útil, llamé al conserje y me respondió que no tenía una escalera disponible, lo más probable era que no había en la oficina.
Mande a comprar a la ferretería una escalera de nueve peldaños elaborada en aluminio, totalmente asimétrica, era la ideal, tenía un ángulo de 45 grados cuando la desplegabas, en un lado los peldaños y en el otro las patas que la sostenía, resplandecía por el metal con el cual fue elaborada; el conserje me la trajo junto con la factura de compra, la luz solar alumbraba toda la oficina, no era necesario el uso de la luz artificial, conforme fue pasando el día se fue haciendo evidente el uso de la bombilla, vi al fondo de la oficina y ahí estaba la salvadora: la escalera, la tomé y la puse justo en el centro de la oficina para cambiar la bombilla, subí el primer peldaño, luego el segundo, después el tercero y cuando llegué al quinto peldaño me sujeté bien con la mano derecha, con la mano izquierda llevaba la bombilla para ponerla, una sensación de debilidad y miedo me embargó, no me sentí firme y estable; recordé que no soy surdo, así que baje 2 peldaños y cambié de mano la bombilla, me la pase a la mano derecha y con la mano izquierda me sostuve, con la mano derecha extendida hice tres giros a la derecha y la bombilla quedó en su lugar.
Miré alrededor de la oficina y una sensación de grandeza me embargó todo el cuerpo, al ver todas las cosas muy por debajo mío, era un sensación sobrenatural de elevación de ego, de presto la secretaria entró a la oficina y tuvo que levantar la barbilla y su rostro para observarme (siempre había hecho bromas sobre su estatura la cual obviamente era más alta que su jefe).
-Disculpe licenciado, le dejo los reportes que pidió-
-Excelente-le respondí, pero lo que más me gustó fue observar su rostro viéndome hacia arriba.
Durante el transcurso del día elaboré todas las actividades que tenía que hacer, ya entrada la tarde toqué el interruptor que prendía la bombilla y esta no lo hacía, lo volví a intentar y tampoco daba muestra de querer encender, tomé la escalera de aluminio y la puse en el centro de la oficina para revisarla, subí el primer peldaño, luego el segundo, así sucesivamente hasta que me pregunté:”¿y si subo un peldaño más?”, lo hice y estuve más cerca de la bombilla que anteriormente, con la mano derecha gire más fuerte la bombilla y esta desplego una luz blanca y brillante, problema resuelto, necesitaba un giro más para hacer conexión y así brillar.
Cuando estaba bajando los peldaños el Gerente de la compañía entró a la oficina observó en el escritorio mi ausencia, miró alrededor y notó que estaba en la escalera de aluminio y me dijo:
-¿Disculpe tiene los reportes con los resultados que le pedí?
-Claro Jefe, están en el escritorio, en la gaveta superior derecha, tómelos usted mismo-se lo dije de forma imperativa y firme.
-¿Qué hace allá arriba?-me preguntó.
-Cambiando la bombilla-le respondí.
Otra sensación de grandeza me embargó todo el cuerpo, una elevación sublime se apoderó de mi ego, al ver que el Gerente de la compañía tenía que levantar su barbilla y rostro para verme elevado unos cuantos centímetros arriba de él, me sentía como un Dios alabado y adorado.
-Bueno gracias, los voy a revisar-me dijo.
-Como quiera, si hay que corregirlos, solo dígame-le afirmé.
-Se siente raro hablarle ahí subido en esa escalera-me dijo.
-De veras, ¿Por qué raro?-le pregunté.
-No lo sé, es algo raro, no le podría describir ahora, pero la verdad que me duele la nuca estar hablando así con usted, gracias de todas maneras-me dijo y salió de mi oficina.
Me quedé meditando un poco ahí subido en la escalera de aluminio, sentía que estaba en la cumbre del monte Everest muy por encima de todo y de todos, que sensación de grandeza, reparé y vi que ya era hora de salir del trabajo, tomé mi maletín y me dirigía a la salida de la oficina, cuando vi la escalera puesta en el centro de la oficina, me dije:”es de mi propiedad, yo la compré, me la voy a llevar para el hogar”.
Fue toda una odisea llevar la escalera en al auto, la acomodé como pude y las patas salían por la ventana trasera del auto, como precaución puse un pañuelo rojo para que observaran las patas salidas de la escalera, al llegar a mi hogar saqué la escalera y la puse en la entrada de la puerta, subí la mirada y observé unas telarañas blancas formadas en figuras rectangulares y pentagonales muy exactas, puse la escalera al frente de la puerta y me subí 5 peldaños para poder quitarlas, tomé un trapo sucio del auto y con el empecé a quitar las telarañas, varios arácnidos salieron volando por la limpieza, a lo lejos observé al vecino que venía directo a la casa, se le notaba un poco de enojo en la cara, fruncía el seño, era como si un nudo ciego se le formaba en su frente, -con usted quería hablar, señor-me dijo algo molesto.
-Sí dígame, vecino-le respondí.
-Dígale a sus hijos que dejen de chingar al perro de mi casa y que dejen de tirar babosadas también-
-¿Cómo es eso?-le dije.
-Ya me tienen harto sus hijos, solo para joder sirven, ya tienen al perro histérico de tanta cosas que le tiran y el otro día por poco me quiebran la ventana con un pelotazo-
-A deberás- le dije, voy a platicar con ellos le recalqué.
-Edúquelos como un buen padre, no sea alcahuetero, enséñeles modales-me dijo.
-Mire vecino, no es para tanto, acuérdese que son niños, pre-adolecentes, entiéndalos-le dije, para calmarlo un poco.
-Sabe que, no le digo mas y no le hago nada porque esta subido ahí en esa escalera-
Al ver al vecino enojado subí un peldaño más en la escalera, así no podía alcanzarme y además me subiría el ego también.
-Se puede caer de ahí o le puede pasar algo de lo que me puedo arrepentir, cuando lo vea al mismo nivel, vamos a platicar más en serio-dijo gritando.
El vecino se alejó encolerizado de mi casa no sin antes ir diciendo improperios por doquier, me quede en el peldaño que había subido, pensé:”de la que me ha salvado esta escalera, aparte de subirme el nivel de ego, sirve de escudo también”. Entré a la casa y puse a un lado la escalera, saludé a mi esposa, mis hijos estaban sentados y tenían cara de yo no fui, pero les dije:”no se metan con el vecino que tiene el perro, eviten problemas, está bien”, los dos asintieron con la cabeza.
Mi esposa salió a comprar unos víveres al supermercado y me preguntó si cuidaba a mis dos hijos le comenté: ”llévatelos están castigados, que te ayuden a cargar las bolsas”, como ya era un poco de noche llevé la escalera al garaje, al ingresar, noté que estaba oscuro, presioné el interruptor, pero la luz de la bombilla no encendía, “otra bombilla que se acabó”-pensé-puse la escalera para poder cambiarla y subí 6 peldaños para poder hacerlo, quite con la mano derecha la bombilla mala y la puse en el séptimo peldaño de la escalera, tome la bombilla buena y empecé a enroscarla en el toma, cuando de repente el ladrido del perro del vecino me asustó, perdí la estabilidad, el equilibrio, hice malabares como todo un equilibrista de circo, pero no pude, la caída era inminente, solo alcancé a soltar la bombilla mala y recuerdo que la gravedad hacia lujo de toda su propiedad, el peso de mi cuerpo se abalanzaba hacia el suelo.
En el lapso de ese segundo o fracción de segundo, vi que la escalera resplandecía más de lo normal, brillaba como una joya recién pulida, me vi al frente de ella y dije:”tengo que subir los nueve peldaños, ahora si los tengo que subir”; subí hasta el último peldaño de la escalera, puse los dos pies en la base del mismo y extendí mi mano derecha queriendo tocar las nubes y el cielo de un color azul o celeste profundo, una voz subliminal me dijo:”es imposible lo que quieres hacer, no se pueden tocar las nubes, mucho menos el cielo”.
Cuando desperté mi cuerpo estaba tirado en el suelo, sentía un dolor en los músculos de las piernas y una pulsación me abarco toda la cabeza, observé la escalera de aluminio y se había doblado hacia atrás, varios peldaños estaban doblados también, unos pernos que sujetaban los peldaños habían cedido al peso de mi cuerpo y la caída, me levante como pude, levanté la escalera y la saque afuera del garaje. Al siguiente día me desperté temprano, vi la escalera doblada y dije:”tengo la factura de la compra, aun tiene garantía, la voy a cambiar”, me dirigí a la ferretería con la escalera dañada y al entrar me recibió un señor delgado, con unos lentes gruesos, en la oreja derecha sostenía un lápiz de carbón, me dijo:¿En qué le puedo ayudar?
-Fíjese que la escalera que compré acá, se dañó-
-Veamos ¿dónde está?-me dijo.
Saqué la escalera del auto y se la mostré, él, al verla se mostró sorprendido por el estado que tenia la escalera.
-¿Pero cómo le pasó eso a la escalera?-me preguntó.
-Pues no lo sé quizás la botaron o alguien se cayó de ella-le respondí.
-Pero que quería hacer esa persona, quizás quería tocar el cielo con ella-me dijo, soltando una risa.
-El cielo, las nubes o a Dios, quizás-le dije
-Pero que persona más tonta querer tocar el cielo y a Dios con esa escalera, si que no sabía lo que hacía, se la vamos a cambiar pero ahorita ya no hay, va a tener que esperar un par de días-me dijo.
-Tocar el cielo y a Dios, que baboso-dijo riéndose un poco más.
-Si verdad, la gente no sabe lo que hace-le dije.
-Baboso para que subir hasta el último peldaño, si solo bastaba con ver en su interior y leer este libro-me dijo.
-El señor sacó una biblia de su estante, la puso al frente y me mencionó: ”así de simple es la cosa no hay que elevarse tanto para eso, solo es ver y analizarse el interior de uno y leer este librito, se lo voy a dar junto con la escalera, para que lo lea”.
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