Sal de ahí, palabra
sal de tu escondite
y asoma tu cabeza.
¡Mueve tu cuerpo,
alza tu mano,
tu voz,
tu carne!
Dibuja el silencio bullicioso
que navega en la piel del árbol.
Material tienes de sobra,
vieja palabra,
vieja escueta y maleducada.
¿Acaso crees que todas estas penas,
estos dolores enfrascados,
son en vano?
Y no me vengas a decir a mí,
vieja palabra,
que las facultades están perdidas.
¡No señor!,
siguen ahí tal cual,
tal cual,
tal cual
y tal para cual.
Tienes mala voluntad,
ingrata:
te he elevado a los cielos más altos
y me he rajado con cualquier copete.
Te he mantenido despierta y viva
y tú me haces la desconocida,
vieja palabra,
vieja paloma...
¿Sabís que más?
ándate a la conchetumadre,
amada paloma.- |