Cuadrilátero culto, lleno de gloria y reconocimientos.
Ilustres facies adornan el pilar superior.
Restos de alimento sobre una mesa de estudio
lento y sufrido, arrastrado y nocturno.
Sábanas húmedas, impregnada por el amor
entremezclan entrópicamente este aire taciturno,
mientras el péndulo oscila, inmutable,
rasgando las horas con su eterno sable .
Cuadrilátero íntimo, alberga sueños escondidos.
Me cubre en la noche de oscuridad oleiforme
amoldándose a mi cuerpo cansado y sentido.
Otrora cuna de juegos, pero ¿qué te has hecho?
Estás tan serio, remembrando melancolías,
que viven menos en este pequeño trecho
mientras la guitarra retorna a mí colegio
tañendo sus notas con cejillas y arpegio.
Cuadrilátero obediente, no te mueves sin permiso.
Zapatillas sin calcetas a los pies del clóset
indicándome el camino.
Un calendario canta, impasible voz que apura.
La llegada del invierno con estufas y mate
truenos y nubes, con lluvia y locura,
mientras la sopaipilla se derrite en mi boca
con el café cargado, al estilo moca.
Cuadrilátero sencillo, una cama y unos libros.
Música cubana, baila con mi cortina roja
fundiéndose con el viento que invita a pasear.
Una flor seca, un recuerdo de tantos olvidos.
Mi mujer ausente, un olvido de tantos recuerdos.
Se iluminan débiles, paredes de colores teñidos
mientras inquieto pululo desorientado
esperando a que llegue el crepúsculo esperado. |