Me arrojan al pasado,
a la nieve del cuento
entre los dedos.
Mendiga piedra
el corazón gastado.
Mi niña absurda
me distrae y sonríe,
la sangre se derrama
manchando mis zapatos.
Y los niños perdidos
dibujan una ronda
de algodones de azúcar,
y la niña que fui quiere probarlo.
Rehén de mi tristeza
en el espejo,
mi vestido de rojo
se a tornado.
Yo me rindo a esa ronda
agazapada
al tiro que disparo,
dejando atrás un cuerpo,
con un vestido rojo
apolillado…
Texto agregado el 24-02-2013, y leído por 243
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