El gato se asusta, no lo quise hacer.
Tiritaba en una de esas noches
fría como el hielo escampado.
Y lo miro y te veo a ti, como siempre…
Solo falto yo, a tu lado, como siempre.
Te conocí con mi barba infértil,
tú con trenzas de armonía y perfección.
Yo, mi guitarra y música andina,
tú y tus ídolos de fútbol.
Nosotros, es decir, tú y yo.
Tu ser se confunde en mis recuerdos,
son mejilla y lágrima, insomnio y pesadilla.
Tus piernas ya no se enrollan a las mías
en las tardes de locura.
El canto de los pájaros ha cambiado,
ya no silban músicas de amor.
Y te pido la mano y me la das…
Pero ya no es la misma,
son manos más serias, golpeadas
por las teclas de la máquina de escribir.
También salí a buscar trabajo.
Ya era tarde, no te encontré.
Traté de crecer cual caballo de carrera
Se hizo inevitablemente tarde, no te encontré.
Luego entendí que solo iba a continuar
cuando por fin llegara a olvidarte.
Por eso me quede chiquitito…
esperando el consuelo que nunca llegó,
urgueteando mis narinas
como si te fuera a encontrar.
Mi madre me presentaba chiquillas
preocupada quizás por mi virilidad marchita.
Me refugié por décadas en poemas heroicos
bajo el olivo de mi abuelo,
simulando ser alguien importante.
¿Qué significa la importancia?,
si mi cama sigue siendo de 2 plazas
por si alguna vez vienes y te quedas.
La melancolía vuelve una y otra vez
persiste imbatible en el tiempo, tiempo que se acaba.
Reviso los álbumes de fotos alegres,
me doy cuenta que fuiste feliz.
Me sumerjo en esas vacaciones distantes
y paseo de nuevo en el bote roñoso de Valparaíso.
La única diferencia es que ahora voy solo.
He perdido la visión conjunta,
nosotros se descompone en son otros,
no ya los mismos, como limón y lechuga.
Simplemente un recuerdo en la memoria
gastada por mis ochentinueve años.
Me entero que ahora vives bajo tierra.
Y me agito mucho, viendo que el final es inminente.
Me pongo mi mejor traje, y el inolvidable sombrero.
Siento que estoy demorándome…
El sable certero me hace soñar,
un beso, un remolino,
una sonrisa, una erupción,
un cariño, la vida.
Y es que la vida se me va,
mientras impregno de rojo a mi gato blanco. |