Cap. 15 Sophie…
Sophie Saint-Claire a sus casi dieciocho años, parecía la típica joven de su época, pero en realidad si había algún ser atípico, esa era Sophie. La singularidad había sido una característica que había marcado su vida, casi desde su inicio. Última y no esperada hija del muy atípico matrimonio Saint-Claire, ya el solo hecho de que fuese hija de su padre era insólito, teniendo en cuenta la licenciosa vida que había llevado su progenitora. Antes de cumplir su primer año de vida, se vieron obligados básicamente por lo anterior, a abandonar su tierra natal y a empezar una nueva vida en la fría Inglaterra.
Siendo que Sophie no había conocido la tierra que la vio nacer, no la echaba de menos, pero otra singularidad que formaba parte de su vida, era el hecho de que su padre le dedicaba una gran atención, razón por la cual si bien Sophie nunca había estado en Francia, conocía su historia, sus costumbres, los lugares de interés y casi todo lo que hubiese que saber, gracias a las muchas horas que Phillipe había dedicado a contarle historias.
Con la enfermedad de su madre, Phillipe aunque ya no le dedicaba tanto tiempo a su pequeña hija, no dejó de hacerlo. Pero después de la muerte de Daphne, y con las sucesivas presentaciones y matrimonios de sus hermanas mayores, la relación con su padre se había distanciado mucho. Ella seguía amándolo por encima de todo, y seguía siendo la persona más importante en su vida, pero comprendió que él debía cumplir con sus obligaciones, y nunca se lo reprochó o lo resintió, y lo único que había contribuido a hacer más llevadero ese período, era la presencia de sus amigos en su vida.
Sin embargo, después de la muerte de su hermana mayor, Sophie pensó y sintió, que su mundo se caía a pedazos. Ella había logrado sobrellevar el alejamiento forzado de su padre, porque entre otras cosas sabía que eso terminaría, pero cuando Phillipe cayó en aquel terrible estado de depresión, pensó que ahora sí lo estaba perdiendo para siempre. En medio de ese caos, otra noticia que la golpeó de forma terrible, fue la partida de Kendall. Ya había pasado por eso cuando Dylan los dejó, pero le había quedado Kendall. No obstante, ahora se quedaba sola y tuvo que hacer un enorme esfuerzo para no caer ella también al igual que su padre.
Sin duda Sophie poseía un espíritu práctico y una voluntad de hierro, porque a pesar de tantas adversidades, había logrado sobreponerse, lo que fue una gran suerte para Phillipe, porque sin los cuidados de su hija, probablemente habría muerto muy de prisa.
Sophie intentaba seguirles la pista a sus amigos a través de los diarios, con Kendall había sido sencillo, pero con Dylan un asunto imposible. Al chico solo lo mencionaban eventualmente y solo haciendo referencia al misterioso hijo de Lord Danworth. De manera que Dylan poco a poco se fue convirtiendo en un recuerdo borroso, aunque ella había seguido fiel a su promesa, y la cadena con el dije que él le había dado seguía colgada en su cuello, aunque siempre oculta entre sus ropas, porque ella aún no estaba autorizada a llevar joyas.
Pocos días después que Sophie había leído en el diario acerca de la boda de Kendall, había salido a caminar por la propiedad, porque aunque ya los chicos no estaban, ella seguía conservando la costumbre de salir a la misma hora todos los días. El asunto es, que mientras se paseaba por el jardín ya que ahora no iba mucho más lejos, primero porque no había razón para ello, y segundo porque prefería estar cerca por si su padre la necesitaba, estaba recogiendo unas flores cuando un sirviente se acercó a ella.
Sophie lo saludó con su habitual cortesía, pero en seguida notó que aquel joven no era un empleado de su casa. En efecto no lo era, venía de Darnley a entregarle una nota, y apenas lo hizo salió corriendo. Sophie desdobló el papel y su corazón comenzó a latir desbocado. ¡Kendall estaba en Darnley! Se olvidó de las flores y corrió a su casa, cambió sus zapatos por unos más adecuados para la caminata que le esperaba, porque su amigo le pedía que se vieran en el lugar de costumbre.
Hizo el trayecto en un tiempo excepcionalmente corto, sin embargo, cuando llegó ya Kendall estaba allí. Sophie lanzó un grito de alegría al verlo haciendo que él se volviese y corrió a sus brazos. Después de aquel inusual y decididamente impropio saludo, Kendall la tomó de las manos y la miró.
- Vaya que has crecido -- dijo realmente sorprendido y ella sonrió
- ¿Y qué esperabas? -- preguntó -- No iba a quedarme pequeña para siempre
- Claro que no, pero no me lo esperaba.
- ¡Tonto! Tú también estás más alto y más guapo, y no por eso estoy sorprendida -- dijo ella con su habitual franqueza
Kendall pensó en lo escandalizadas que estarían las damas a las que frecuentaba si la escuchasen hablar, y no pudo evitar reír.
- ¿Y qué estás haciendo en Darnley?
- Papá me pidió que lo acompañase porque tenía que resolver unos asuntos -- le dijo -- Y la verdad es que no tenía muchos deseos de hacer este viaje para tener que regresar tan de prisa, pero no estoy para nada arrepentido -- concluyó mirándola con fijeza
La chica no prestó atención al evidente cumplido que acaba de hacerle, no estaba acostumbrada a esas sutilezas o a tener que adivinar bajo las palabras, y se concentró en lo que había dicho en forma directa.
- Imagino que no debe ser muy cómodo viajar tantos kilómetros para tener que volver enseguida, pero me alegra que lo hayas hecho porque eso me ha permitido verte y te echaba mucho de menos.
- Yo también te he echado de menos Sophie, y ciertamente tenía muchos deseos de verte -- le dijo
Kendall se sorprendió por la facilidad con la que había dicho aquello, pero evidentemente hablar con Sophie distaba mucho de lo que era hablar con cualquier otra mujer. Sophie era clara y directa, y aunque él llevaba ya algún tiempo ejerciendo el arte de la sutileza para dirigirse a las damas, había respondido en consecuencia. Durante esos dos brevísimos días, para Kendall fue como retroceder en el tiempo, y se sintió terriblemente mal por tener que irse.
Para Sophie aquel encuentro había sido una enorme alegría en medio de la vida tan triste que le estaba tocando vivir. Al igual que para Kendall, había sido como volver en el tiempo, solo que ya no eran niños, al menos él no, había pensado Sophie y al pensar en ello sintió algo muy extraño porque era la primera vez que pensaba Kendall como en un chico desde la perspectiva de una chica.
Eso tuvo oportunidad de pensarlo aquella anoche, de modo que al día siguiente para su segundo encuentro, Sophie estaba desusadamente nerviosa, pero llevaba tanto tiempo ejerciendo control sobre sus emociones en beneficio de su padre, que Kendall no lo notó, aunque es posible que su propio nerviosismo, se lo hubiese impedido. Les costó mucho la despedida en aquella ocasión. Sin embargo, no había llegado a su casa cuando ya Sophie había tomado la determinación de no pensar tonterías. Kendall era su amigo y estaba a punto de casarse, y ella tenía que sentirse feliz por él.
La vida continuó, pero Kendall se convirtió en el paradigma del hombre perfecto para Sophie, y aunque ella no lo sabía porque no era una decisión que ella hubiese tomado en forma consciente, en el futuro mediría a todos los caballeros, según los parámetros de Kendall.
La situación con su padre no mejoraba, y en un tiempo Sophie llegó a temer por su vida. Lady Dearborn que seguía visitándolos con frecuencia, ahora tenía largas charlas con ella, incluso antes de comenzar a prepararla para su presentación en sociedad, y siempre vio en los ojos de la mujer algo muy cercano a la compasión. No obstante, la vida decidió premiar su paciencia, y en oportunidad de la horrible visita de su tío Louis, su padre pareció recuperar la cordura, y a partir de ese día las cosas comenzaron a mejorar.
La relación de Sophie y Phillipe que siempre había sido buena, se volvió mucho más estrecha, parecía que quisiese resarcir de algún modo el tiempo que la había tenido tan abandonada.
Phillipe era francés y vanguardista, de modo que le dio a su hija no solo amor, sino conocimientos. Normalmente las jóvenes damitas tenían institutrices y no tutores que las enseñaran, y las institutrices solo se ocupaban de una educación muy pobre, de modo que él suplió esa carencia e impartió a su hija conocimientos acerca de arte, ciencias, filosofía, geografía y todo cuanto se le ocurrió, y Sophie afortunadamente parecía tener sed de conocimientos, porque todo lo absorbía con extraordinaria rapidez.
Sin embargo, y en atención a la época, le advirtió que los hombres no querían mujeres con inteligencia, sino mujeres que les diesen hijos y supiesen como conducirse en sociedad, y que por su propio bien, era mejor que no exhibiese sus conocimientos en público. Pero esto despertó una seria preocupación en Sophie, y no porque sintiese la necesidad de demostrarle a nadie nada, sino en relación a un futuro matrimonio.
Hasta la presente fecha, lo que sabía del matrimonio no le resultaba especialmente atractivo. De modo que una tarde durante una de sus largas charlas, tuvieron una conversación que a la larga haría que Phillipe tomase algunas decisiones importantes.
- ¿Es absolutamente necesario casarse, padre?
La respuesta más simple y en el contexto de la época, habría sido que sí, pero en principio ni él mismo estaba muy seguro de ello, y segundo, había enseñado a su hija a tener una mente crítica, y el ejercicio constante de eso haría muy difícil que ella se contentará con un simple “sí” sin explicaciones.
- Es obligación de los padres arreglar el mejor matrimonio para sus hijas, porque de ello dependerá su futuro Sophie -- comenzó -- La mujer puede estar bajo la tutela de su padre por tiempo indefinido, pero esto no es lo que se espera, porque una vez que éste muere ¿qué sería de su futuro? ¿quién se haría cargo de ella?
- ¿Por qué es necesario que alguien se haga cargo de nosotras? -- preguntó ella
- Básicamente porque son débiles, y no tienen la destreza para cuidar de sí mismas.
Sophie lo pensó un momento, y planteó el asunto de distinta manera.
- ¿Qué sucede cuando una mujer no se casa y su padre muere?
- Hay varias situaciones que podrían presentarse, y dependiendo de la edad y la situación de la mujer en cuestión. Si tiene hermanos varones, el mayor asumirá la responsabilidad de gestionar su matrimonio, si no los tiene, esa responsabilidad pasa al hermano de su padre -- y aquí su ceño se contrajo -- suponiendo que no lo tuviese y tuviese hermanas casadas, esta responsabilidad la asume el marido de la hermana mayor.
Nada de lo que había dicho Phillipe hasta el momento contribuyó a que Sophie encontrase nada bueno en la situación. Porque ella no tenía hermanos varones, pero ciertamente tenía un tío al que detestaba, pero suponiendo que pudiese librarse de él, no conocía a su tío Maurice, de modo que no tenía idea de cómo sería, y asumiendo que no existiesen ninguno de los dos, la perspectiva de quedar en manos de Rachell y su marido, no le parecía mucho mejor.
- ¿Y suponiendo que no tenga ningún pariente? -- preguntó aunque sabía que no era su caso
- Siempre habría algún pariente aunque fuese lejano, pero supongamos que realmente no haya nadie, ni cercano ni lejano. Si no tiene medios de fortuna, pero tiene una mediana educación, termina siendo institutriz, si no la tiene, lo más usual es que sirva en alguna casa. Cuando se trata de la hija de algún miembro de la nobleza venido a menos, como dije lo más usual es que enseñe a los hijos de otros, pero si se trata de una familia muy bien posicionada esto se considera inapropiado y los pocos casos que conozco, han terminado sus días en un convento.
Ninguna de aquellas perspectivas le parecía a Sophie la ideal, y se preguntó por qué las cosas tenían que ser tan injustas. Pero siendo tan práctica como era, cambió de tema, aunque a Phillipe sorprendió el cambio.
- ¿Qué sucede con el amor padre?
Aquel era un asunto espinoso y subsistía la misma injusticia que en lo anterior, porque si bien era cierto que todos los matrimonios eran arreglados, en algunas casos los padres permitían a sus hijos varones escoger a la mujer con la que se casarían, lo que les daba cierta ventaja, pero seguía siendo decisión del hombre, era él el que se enamoraba sin el concurso de la dama en cuestión, salvo en muy contadas excepciones. Pero en ningún caso, las mujeres tenían el mismo beneficio, y debían contentarse si tenían suerte, con enamorarse o al menos así creerlo, del marido que les tocase en suerte, o lo que sucedía con mayor frecuencia, simplemente acostumbrarse a vivir con un perfecto desconocido, darle hijos y cumplir con sus deberes como madre y esposa. Y en el caso de sus sociedades, después de haber cumplido con la meta de darle el codiciado heredero a sus consortes, y si tenían una moral distendida, a compartir su cama con quien así les apeteciese.
Después de un tiempo, Sophie hizo partícipe a su padre de la amistad que había mantenido con los hijos de Lord Arlingthon y de Lord Danworth, y de lo que Dylan le había enseñado. En principio, la amistad entre Kendall y Sophie no le pareció tan alarmante, conocía a los Arlingthon y creía que Kendall era un buen chico. Pero en el caso de los Danworth era otro asunto, ya que también los conocía, y aun suponiendo que su hijo fuese una buena persona, decididamente sus padres no. Sin embargo, y siendo que ambos habían salido de la vida de su hija, dejó ese asunto así, pero complació el deseo de Sophie en el sentido de continuar con sus prácticas de esgrima, y nadie mejor que él mismo para impartirle aquel conocimiento. Y aunque le pareció una pérdida de tiempo, porque su hija nunca tendría oportunidad de utilizar nada de aquello, no dejo de sorprenderse gratamente y sentirse orgulloso de la habilidad de Sophie.
Phillipe era un hombre inteligente, previsor y amaba a su hija, de modo que decidió tomar medidas para proteger su futuro, porque había decidido que contrario a las costumbres y en la medida de lo posible, permitiría que Sophie decidiese con quién deseaba casarse. Pero conociendo la terquedad y obstinación de su hija, existía la posibilidad de que aquello no ocurriese nunca, de modo que hizo los arreglos pertinentes y del todo inusuales, de hacerla heredera, beneficiaria y usufructuaria de todos sus bienes.
Se reunió con Sir Raleigh, el encargado de sus asuntos legales y administrativos, y redactaron los términos del acuerdo. En caso de que Sophie se casara y tuviese hijos, sus bienes serían repartidos a partes iguales entre sus hijos, pero en ningún caso el hipotético marido tendría acceso a su fortuna, ésta permanecería bajo la administración de Sir Raleigh y sus asociados, y solo podrían ser disfrutadas por los hijos de Sophie, y este sería un acuerdo que se mantendría con todas la generaciones futuras. Suponiendo que Sophie no se casara nunca, podría seguir viviendo en su propiedad y ellos se harían cargo de cubrir todas sus necesidades hasta el día de su muerte. De modo que si ella moría sin herederos, sus bienes, y sus títulos pasarían a los descendientes de su hermano Maurice, si los hubiere.
Por supuesto, Phillipe consideró innecesario decirle esto a Sophie, porque eso probablemente habría supuesto restar oportunidad a que ella considerase la idea del matrimonio. De modo que esperaría y luego decidiría.
Dada la pésima reputación que Rachell se había labrado en la sociedad londinense, Phillipe decidió que lo mejor sería enviar a Sophie a Francia para su presentación. De manera que escribió a su hermano solicitando su ayuda en este sentido, y por supuesto Maurice no se negó. Phillipe pensó que podría haber opuesto cierta resistencia al él especificar en los términos más claros, que bajo ninguna circunstancia él tendría el derecho a aceptar en su nombre ninguna propuesta de matrimonio, o a comprometer de ninguna forma su palabra para considerar ninguna. Pero Maurice se mostró de acuerdo y no puso ninguna objeción.
Una vez resuelto esto, habló con Sophie y le planteó el asunto. En principio a ella no le gustó la idea, porque eso implicaba separarse de su padre.
- Pero no entiendo por qué no puedes venir -- había dicho Sophie cuando su padre le participó sus planes
- Sabes perfectamente la razón por la que me vi obligado a salir de Francia Sophie.
- Pero el rey ya no…
- Ya lo sé, pero empeñé mi palabra de nunca volver, y el único que podía liberarme de ese compromiso, ya no puede hacerlo.
- Precisamente padre -- insistió ella -- Si ya él no existe, no estarías haciendo nada malo.
- Sophie te repito, yo empeñé mi palabra y es posible que el rey haya muerto, pero el compromiso subsiste y soy un caballero, de modo que no puedo faltar a él.
Sophie finalmente se había dado por vencida. Sin embargo, poco antes de partir se enteró que Kendall estaba de nuevo de Darnley con motivo del próximo nacimiento de su primer hijo, y su amigo había intentado verla del mismo modo que lo había hecho en la ocasión anterior, pero ella consideró que no era una buena idea, de modo que ignoró su petición. No obstante, cuando el bebe nació, su padre recibió invitación de los Arlingthon para visitarlos, y como ella se mostró interesada, Phillipe decidió llevarla aun contraviniendo las normas sociales.
Pero Sophie no habría podido arrepentirse más de aquello, porque en cuanto vio a Kendall volvió a sentir lo mismo que había sentido antes, y algo en los ojos de él le indicó claramente que ya había dejado de verla como la niña con la que había compartido parte de su infancia.
Sophie había leído muchas historias de amor, de modo que estaba convencida de que se había enamorado tontamente de su amigo, y aquello le pareció el mayor de los errores, por lo que se alegró mucho de que su viaje estuviese tan cerca. Y un mes después de aquella desdichada visita, se despedía de su padre y subía a un barco con rumbo a Francia, y en su opinión, camino a recuperar la cordura.
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