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Inicio / Cuenteros Locales / maparo55 / De libros y deseos

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Hoy comprobé que soy un caso perdido. La oportunidad primero y luego la tentación, me vencieron nuevamente.
Todo el mes de febrero, he estado a la espera de la XXXIV Feria Internacional del libro del Palacio de Minería en la Ciudad de México, la cual se inauguró precisamente ayer, día veinte, teniendo como principal invitado al estado de Quintana Roo. Durará hasta el cuatro de marzo y en ese lapso, espero visitarla aunque sea un par de veces, para traerme al menos tres o cuatro libros, de ésos que llevas tiempo planeando comprar; por ejemplo, “Siete hombres”, de Max Berbhom; “Historias rotas”, de Paul Valéry; o “Gestas y opiniones del doctor Faustroll patafísico”, de Alfred Jarry Con estos libros me ha pasado un poco lo que con “El diablo enamorado”, de Jacques Cazotte, me dio bastante trabajo encontrarlo, hasta que me topé con la edición de Siruela. Deseo que con éstos pase lo mismo, que aparezcan nomás ahí, mustios, sin decir esta boca es mía, esperándome.
Pero lo que quiero contar es otra cosa, cómo he caído de nuevo. Por la mañana fui al banco a realizar un pago; luego compré algunos comestibles en Soriana y pagué mi recibo telefónico. Más tarde, asistí al colegio para recoger a mi hija más pequeña y entonces sucedió. Se nos atravesó en el camino el local de revistas y libros usados, el cual solemos frecuentar de vez en vez. No me gusta venir a dicho lugar, porque siempre tengo la seguridad de salir con uno o dos libros bajo el brazo. RBG (quien nos acompañaba) y mi hija, se embebieron en diversas revistas y me dejaron solo. Eso fue un verdadero error, porque comencé a investigar con detenimiento los libros usados. Como decía el personaje de una vieja película mexicana: ¿para qué me traen aquí, si ya saben como soy?
Con paciencia, tomé, hojeé, dejé y finalmente escogí, algunos libros que ni por asomo pensaba dejar de comprar. Se me pegaron materialmente a las manos, “Escuela de robinsones” y “Cinco semanas en globo”, de Julio Verne, en la sencilla edición de Orbis, de allá por 1985, de la colección Las grandes novelas de aventuras, cuyas portadas de letras rojas sobre fondo dorado, lucían atrayentes en su albo marco.
De la Colección de escritores mexicanos, editada por Porrúa, me encontré “Al filo del agua”, la última novela de Agustín Yáñez, publicada originalmente por 1947. La vida rural, de la provincia mexicana, se ve reflejada en ella tal y como es: dura, triste, llena de oportunismos y rencores, de gentes que primero procuran el bienestar propio y nunca el de los demás, y que por la misma razón, nunca salen de ese círculo vicioso y anodino. El librito adquirido, es de 1975.
Con una portada verde y letras doradas que dicen: Los clásicos, me he traído “Obras escogidas”, de Francisco de Quevedo. Se encuentran aquí varias de sus poesías, incluyendo “A una nariz”, así como “Hora de todos y la fortuna con seso”, “Marco Bruto”, “Sueños y discursos”, entre otras obras. Seguramente acercarme a esta selección, enriquecerá el gusto que guardo por algunos de sus textos. Editorial Grolier Internacional, 1981.
Alrededor de 1977, apareció en México, en las tiendas de autoservicio, una colección de libros impactantes, bajo el auspicio de Bruguera: Joyas literarias. Y en verdad había muchas joyitas, editadas en una presentación de pasta gruesa imitación piel y letras doradas. En su momento conseguí solamente algunos, porque la economía era escasa y apenas terminaba la escuela y comenzaba a trabajar. Entonces, se colaron: “Siddharta”, “Oliver Twist”, “Ana Karenina”, “Crimen y castigo”, Los tres mosqueteros”, “El conde de Montecristo”. Ahora, en esta tienda de tesoros escondidos, hallé a los Karamazov y a Dostoyewski. El libro se completa con “El jugador”, novela que leí hace muchos años cuando tendría yo alrededor de los dieciocho.
Cuando el vicio es grande, uno es insaciable; como con todos los vicios, quiere uno más de aquello que nos satisface, nos llena, nos hace temblar de emoción. Porrúa, en su colección de libros populares “Sepan cuántos…”, editó una Antología del cuento hispanoamericano”, compilada por Fernando Burgos. Contiene noventa y tres cuentos de muy diversas regiones y no faltan escritores reconocidos, así como otros que no lo son tanto, pero cuyas obras tienen la característica de ser de indiscutible calidad, para formar parte de esta antología. Aparecen: Esteban Echeverría, Ricardo Palma, Rubén Darío, Horacio Quiroga, Leopoldo Lugones, Amado Nervo, Rómulo Gallegos, Julio Cortázar, Juan José Arreola, Jorge Luis Borges, Juan Rulfo, Mario Benedetti, y como cincuenta escritores más, Es un paseo muy completo por los cuentos que también se escriben, de este lado del charco.
Seis libros se le han pegado ayer a mis deditos. No sé por cuál empezar, si tomo en cuenta la lista enorme de los que están esperando su turno de lectura. El azar, sigue siendo mi mejor opción a la hora de elegir lectura. Mientras, continúo leyendo las revistas: Luvina (# 69) y Algarabía (# 101). Y el tierno libro de la Alcott: Hombrecitos, el cual debí leer a la edad de nueve años y vengo haciéndolo hasta ahora.
No tengo espacio para más libros en casa. Esta vez ha sido un exceso.

Texto agregado el 22-02-2013, y leído por 336 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
22-02-2013 Esa manía, dicen que es poco frecuente pero pone en evidencia al poco aficionado a la TV..***** achachila
22-02-2013 Pues será un exceso, pero no cabe duda de que tienes un gran arsenal en tu casa para alimentar el espíritu y el intelecto. Tu escrito es una excelente crónica, amigo lindo. Gracias por escribir este tipo de textos, nos orienta, y mucho. Un abrazo refull, querido Mario. SOFIAMA
 
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