Un científico, deseando ganar prestigio en su carrera, invoca al genio de la ciencia.

- ¿Qué debo hacer para que mis trabajos tengan fama mundial y sean el eje de todos los que estudian mi campo? -pregunta.

- Debes arrogarte el éxito lo tengas o no. Para ello has de matar al hada de la Verdad.

- Pero eso iría en contra de la ciencia... la verdad es lo que yo busco.

- Entonces, secuéstrala para que no salga a la luz. Si me la traes y la aprisionas, tendrás la gloria de la ciencia.

- ¿Y cómo puede un pobre humano lograr algo así?

- Déjame en prenda tu alma y podré darte paso al mundo de lo que no es humano.

Lo hizo así y el genio abrió para él la puerta del mundo de las ideas, los espíritus, las hadas y las divinidades, por donde viajó en busca del hada de la Verdad. Como no la encontraba, preguntó y preguntó hasta que un espíritu viejo le dijo:

- Gran señor, vuélvase a casa. Este pobre espíritu sabe que el hada de la Verdad no está aquí. Una vez lo estuvo, hace mucho tiempo, pero fue raptada.

-¿Quién se la llevó?

- El ifrit de la Ambición. Había asesinado al genio de la Ciencia y para que no se supiese decidió ocupar su lugar, para lo cual envió a otros ifrits y a muchos de los hombres que lo seguían a capturarla. Nadie la ha vuelto a ver. Se cree que la tiene encerrada en algún limbo inaccesible, gran señor.

Poco se sabe de cómo acabó esta historia, excepto que el científico regresó por la puerta que el genio impostor de la Ciencia le había abierto y hoy es una autoridad entre los suyos. Al pobre y anciano espíritu de la Humildad podríamos preguntarle si supo algo más del científico viajero, pero hace ya algún tiempo que no se le ha visto.