Me levanto y peleo con lo que soy,
con lo que habito .
Aturdido vuelo contra mis ansias y mis destellos.
Recojo mi piel en cestos como buscando no descuidar:
mis colores, mis formas, mis figuras.

Persigo mi pasado ausente de mí (a veces)
con recuerdos creados o retocados,
instantes de memoria ilusa.

Los domingos me conformo con mi presencia:
nostálgica, gris, pesada.
Y si llueve…
me renuevo como si las gotas limpiaran la matriz.

El sol siempre calma, es un presente continuo;
suele eliminar los sismos.
Las nubes son siempre peligrosas,
arrebatan la cordura entre sus formas.

Y me revelo, me desdigo.
Sigo creyendo en mi propio mito.

Cuando sueño suelo ser real,
no arrastro lo que me dieron,
ni lo que quiero dar.

Y la luna,
aullante silbido de solitarios,
retuerce mis vetustos cimientos.
Es verdadero silencio.

Siempre le temí al espejo
Nunca creeré en los reflejos.