Y LA PLANICIDAD EN LA EXPERIENCIA HUMANA
Ignoro aqui el analisis economico sistemico respecto al valor funcional que ha tenido y tiene la guerra en la vida humana contemporanea-o en la de siempre, de todos los tiempos y, probablemente tambien, en todos los lugares y culturas.
¿En qué otro sentido sirve la guerra a las sociedades humanas?
Y es que no parece suficiente solo el fútbol, ¿verdad?
No sería suficiente, en un mundo pacífico, la vida como un trabajo y como consumidor, sin la muerte de otros seres humanos y la presencia de la fuerza y saña como voluntad humana.
La vida sería insípida, plana, sin rincones oscuros a nuestros flancos que nos infundieran la existencia con el peso de una seriedad-letal-respecto a lo real; porque si no, al final te da igual todo.
Y si no es la guerra, habrá de ser el crimen, la sombra de Caín en el alma humano que nos permite, como en oposición a ella, ser de la luz, de la misma forma que sin la muerte no hay, en realidad, vida.
Y no es como proceso o actividad colectiva, sino que la misma solidez del significado humano, de lo real, se deshace si no remite, aunque sea de forma remota, a la imposición violenta y feroz de un hombre-o hombres-sobre otro.
Y es ese lejano horizonte de donde recibimos nuestro propio significado como seres morales, benévolos y del bien.
Pues no hay bondad si existe solo la benevolencia.
Y el sufrimiento del hombre del tipo que sea causado por la naturaleza no humana, no basta para que fundemos en solo eso nuestra fortaleza y ser moral.
Ha de existir también el agente humano del sufrimiento humano que es a lo único, en realidad, que se puede denominar en este mundo como “el mal”.
Y esto es un problema a la hora de abarcar y comprender la vida humana como especie de forma cabal, metodica y exaustiva, con el fin de gestionarla, en su condicion de especie viva, a través del tiempo.
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