El no era la luz, si no el enviado como testigo de la luz. Pues la luz se revelo al mundo y el mundo no pudo verla. Pues cuando el mundo era joven era ancha su alma. Y el alma era la luz y los senos de la madre tierra eran frescos para el. Pero el tiempo cubre el alma y los ojos la recortan encerrándola en dorado licor.
Texto agregado el 10-08-2004, y leído por 152 visitantes. (1 voto)