El corría por el bosque quería desaparecer de aquel infierno en que se había convertido su vida, no entendía bien de que lo culpaban, pero si sabía que su vida corría peligro.
Ana, fue su único amor desde niños se veían todos los días, tenían sus juegos con todos los chicos del pueblo, pero siempre se defendían de cualquiera con garras. Ricardo tubo un sueño que se repetía, su madre que había muerto cuando el aún era niño se le presentaba en sueños, siempre veía una horca delante de sus ojos, despertaba con escalofrío y totalmente mojado , no podía comprender porque esa imagen se repetía, y menos comprendía al ver a su madre mostrándola con su mano levantada.
Corría desespéradamente, de pronto sintió una vocecita que lo llamaba. Ana estaba corriendo con él del otro lado de la arboleda ambos hacían lo mismo.
Se juntaron en el claro, abrazados se prometieron como siempre amarse hasta morir, pero juntos.
Sintieron que los perros estaban cerca, él le pregunto qué le pasaba, cuál era su motivo, Ana fue franca, corría por él quería estar cerca y no dejarlo nunca más.
El viento fresco los motivaba para seguir desandando caminos, se metieron en la espesura del bosque fueron directamente a un lugar que solo ellos conocían, allí se sentían seguros.
El amor floreció como una rosa perlada, y descubrió sus corazones, allí fueron solo uno ya nada importaba si morían ahora se llevaban con ellos la felicidad y el amor que sería eterno.
Los perros estaba muy cerca casi a cien metros. Se escuchaban las voces de los hombres como un murmullo cercano.
Se apretaron en un rincón y casi sin respirar se quedaron unidos y quietos, cada vez más cerca la horda de hombres los cercaban. Los besos fueron cada vez más dulce, más bellos.
Allí en el claro un tumulto se aprestaba a saciar su locura, abrazados sin ver, ni oír, ellos vivían su amor sin sentir nada más que su verdad.
Cuando todos los miraban incrédulos... ellos no sintieron miedo, una voz surgió en medio de ese silencio tempestuoso.
Hombre, no es tu vida la que buscamos ni la de Ana, descubrimos que tu madre te había dejado un legado, donde decía que tú podrías hacer que el pueblo descubriera su mensaje, es por ello que te seguíamos teníamos temor de no poder encontrarte nunca más.
Dinos Ricardo, que es lo que tu madre te dejo al morir. Él no sabía bien de que le hablaban, pero inmediatamente le surgió lo más hermoso y poderoso por lo que vivió feliz toda su vida, el amor.
Lo grito con todas sus fuerzas para que ellos comprendieran la belleza de la vida, y una nube azul transparente se elevó, el cielo se cubrió de pétalos, la brisa beso la majestuosa fronda del bosque, y florecieron todas las flores dormidas, la música vibro líricamente, los sueños se unieron, la vida se hizo sentir, y allí mismo el amor fue el escudo de todo el pueblo.
Así de repente su madre le hablo y su voz sonó dulce, encantadora, solo el escuchaba, así supo el porqué de esa imagen, todos morirían si él, no hacia renacer la semilla del amor.
Tomo a Ana de la mano y unidos se alejaron por el camino del amor, seguidos de todos aquellos que lograron comprender su legado.
MARÍA DEL ROSARIO ALESSANDRINI
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