Sentada en le borde del balcón
mis piernas cuelgan como hilos mojados
escucho la lluvia y más se empapa mi alma.
El cielo furiosamente negro y sin estrellas
me dice que todo pasó, que ya salió el sol
que no hay más dolor.

Nada es nunca lo que parece ya ves
nadie es tan cruel ni tan puro
todo siempre es mucho más duro.

Y puedo soñarte aún cuando despierto
buscarte en la alacena
abriendo los cajones que todavía nunca abrimos
atándome a las palabras que no nos dijimos.

Puedo escribirte en canciones y en cuentos
o inventarte otra vez para volver a encontrarte
y poder verte como la única vez.

Puedo dibujarte, rezarte y rogarte
idealizarte y abrazarte con los ojos cerrados.
Puedo hacer que vuelvas y te arrodilles
para luego escurrirte por mi cuerpo.

Puedo hacer que me necesites
cuando menos te lo esperes
el segundo que más te descuides
el momento que menos desees.