Te vi...
Regresé la vista...
Seguí hablando, como es mi costumbre.
Intenté reaccionar, ya era demasiado tarde...
Caí en tu embrujo,
noté mi falta de concentración,
te seguía pensando...
Busqué tus ojos.
Jugué al disimulo, y seguí hablando.
Sentí el sudor de mis manos,
el mundo se colapsó y sólo existimos,
los ruidos se borraron,
estábamos juntos.
Sudé, me puse nervioso.
Seguí hablando, (es mi medio de defensa) estaba desarmado...
Caminé un poco para no verte,
para seguir con mis cosas...
No pude, fuiste demasiado.
Fugaz, definitiva, contundente, impactante.
Volví a mirarte, caí en el hechizo.
Fui presa del conjuro de tus labios...
Me acerqué, me preguntaste algo, no supe qué...
estaba abstraído, fuera de ese sitio
cálido y ajetreado que nos cobijara entonces.
En un parpadeo ya no estabas, te busqué...
aliviado te encontré a unos paso de mí.
Vi tu cabello, tu falda, tu espalda fija lejos de mi abrazo...
Me interrumpieron, seguí hablando y quise voltear a verte de nuevo.
Supe estaba perdido entonces,
dije algo tonto que te hizo reír,
me cautivaste... de nuevo, en breves instantes.
Desapareciste...
Estaba ocupado con mis cosas y al buscarte,
no estabas ahí, no te despediste...
no supe tu nombre siquiera...
salí tras de ti, en tu busca.
Busqué tu sombra...
Regresaste unos instantes, disimulé tomando un café.
Me animé a preguntarte algo...
por qué estabas aquí...
Te envió tu marido dijiste en broma cruel que me rompió en pedazos,
corregiste, fuiste tú quien quiso venir...
querías empezar de ceros.
Como pude sonreí y te di la razón,
anunciaste tu partida y te dejé ir...
sabiendo que mañana volverías,
me quedé reuniendo los pedazos de mi.
Amargo el trago del café que tomé ahí,
me dejó estupefacto unos segundos en que no supe de mi,
y me repuse pensando que volverías aquí,
y te tendría nuevamente, danzando frente a mi.
aunque mañana vuelvas a desaparecer, tal vez definitivamente... |