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Don Pablo Alarcón, era un uniformado jubilado, que se desempeñaba como guardia para una empresa de seguridad, con el fin de lograr pagar una gran cantidad de deudas que adquirió durante su vida.
Eran las diez de la noche y la jornada laboral del señor Alarcón estaba por concluir, motivo por el cual se sentía desesperado, ya que aún no recibía el ofrecimiento de turno extra habitual, por parte de su supervisor, debido a esto, el guardia decidió tomar la iniciativa, realizando la consulta por el radio transmisor:
- Atento central de Papa Alfa ( Pablo Alarcón, en el lenguaje en clave de los guardias)
El supervisor desde la oficina central, le respondió:
- Adelante, indique Papa Alfa
- Jefe, a modo consulta, quisiera saber si existe la posibilidad de realizar un turno extra esta noche
La petición de Don Pablo, fue como un regalo caído del cielo para el supervisor, ya que aún no lograba cubrir una instalación, que la mayoría de los guardias se negaban a ir. Así que animado le contesto:
- Positivo, Papa Alfa, tengo un turno disponible en el Jardín Infantil en remodelación.
- Copiado Jefe, yo realizare ese turno.
- Diez cuatro (entendido), gracias por su cooperación, Papa Alfa.
Don Pablo le consulto a su colega respecto a la instalación en la que efectuaría su turno extra, a lo que este palideció y respondió:
- Colega, no acepte ir a ese recinto, es que acaso no conoce la historia de ese Jardín.
El señor Alarcón impresionado ante la reacción de su compañero, le aclaro:
- No tengo idea, si es primera vez que trabajare ahí.
- Váyase a su casa mejor, Don Pablo, ese Jardín es muy peligroso.
- Pero, ¿Por qué es peligroso?
- Hace muchos años, este jardín infantil se incendió, y los niños que no pudieron escapar, murieron calcinados al interior del recinto. Se dice que los espíritus de tales pequeños son muy traviesos.
Don Pablo no creía en cosas paranormales, así que se burló de las palabras de su compañero:
- Si… colega, así son los niños, son unos traviesos, pero yo tengo mucha paciencia. Quizás hasta juegue con ellos, para que el turno pase rápido.
Ante la respuesta del señor Alarcón, su colega angustiado, le respondió:
- Ya… Don Pablo, faltan diez minutos para las once. Así que retírese no más, para que no vaya a llegar atrasado a su turno extra.
El ex uniformado tomo su bicicleta, se despidió de su colega, y pedaleo hacia el Jardín Infantil.
Siendo las once con cinco minutos, Don Pablo recibió las llaves, el libro de actas y el radio transmisor del recinto, de parte del guardia del turno anterior, quien le advirtió antes de retirarse:
- Don Pablo, por favor no se descuide, no se vaya a dormir por nada del mundo.
El jardín infantil era una acogedora casa de madera de dos pisos, de pasillos angostos y muchas habitaciones, a las cuales les quedaban pocos rastros del incendio, debido a la labor de los obreros. Don Pablo se sintió cómodo en aquel lugar, y pensó que sus colegas eran unos cobardes exagerados. Lo primero que realizo el ex uniformado, fue servirse una taza de café, mientras veía una película en su televisor portátil de cinco pulgadas. Luego escribió un par de rondas ficticias en el libro de actas. Después de la una de la madrugada, le comenzó a dar sueño, producto del agotamiento de la jornada de la tarde, así que decidió tomar una pequeña siesta para descansar.
Siendo las tres de la madrugada, Don Pablo logra abrir los ojos, dando por finalizada su siesta, luego toma el lápiz y abre el libro de actas para anotar las rondas que le faltaban, pero el miedo invadió su cuerpo al encontrar un dibujo de una cara feliz que ocupaba toda una plana en el libro. Don Pablo desesperado se buscaba las llaves para huir del recinto, reviso sus bolsillos y rebusco en todas partes, pero estas estaban absolutamente desaparecidas. Luego intento comunicarse con el supervisor por el radio transmisor, pero la señal estaba interferida, después forcejeo con la puerta pero esta estaba trancada y cerrada con llaves, a pesar de que el guardia la dejo sin cerrojo. A Don Pablo le latía el corazón bruscamente, sentía un nudo en su garganta y lloraba desesperado. De repente oyó unos pasos del segundo piso, que corrían y saltaban enérgicamente, a los que el señor Alarcón les grito horrorizado:
- ¡¿Quién anda por ahí?. Por Dios, qué quieren de mí. Déjenme tranquilo por el amor de Cristo!.
Solo recibió risillas infantiles como respuesta.
Don Pablo, temblando de nervios y con el corazón en la mano, decidió subir al segundo piso, para averiguar lo que ocurría. El guardia recorrió rígido como estatua, con un cuchillo en su mano, todas las habitaciones de arriba, pero al empujar la última puerta del pasillo, encontró un cuarto ardiendo en llamas, debido a esto corrió desesperado en busca de una salida. Cuando llego al primer piso, lo esperaban un grupo de diez niños calcinados con la vestimenta harapienta, al verlos, no los encaro y retorno al segundo piso, que estaba en su totalidad incendiado. Al ver en la situación en la que se encontraba acorralado, además del miedo y la desesperación que lo asediaban. Don Pablo opto por lanzarse por la ventana.
Siendo las siete de la mañana, el guardia que sustituiría a Don Pablo, encontró a este tirado en un charco de sangre con su cuerpo lleno de trozos de vidrio incrustados, además se percató que la ventana del segundo piso estaba rota, debido a esto se dirigió a la PDI (Policía de Investigaciones).
La Policía ingreso sin problemas al Jardín infantil, porque las puertas estaban abiertas. Recorrieron todo el recinto, sin encontrar nada anormal, inclusive hallaron las pertenencias de Don Pablo encima de la mesa que él las había dejado. Revisaron el libro de actas, y vieron que la última ronda estaba escrita a las una de la madrugada, sin novedades. Inspeccionaron el segundo piso, y no encontraron nada fuera de lo normal, excluyendo la ventana rota por la que el señor Alarcón había saltado. Finalmente investigaron los antecedentes del fallecido, y llegaron a la conclusión de que el señor Pablo Alarcón, se había suicidado a causa de sus problemas financieros.

Texto agregado el 18-02-2013, y leído por 175 visitantes. (1 voto)


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