Han de cruzarse
los caminos. Y el encuentro
despierta de repente
un hábitat nuevo,
un lugar idóneo -la presencia-
para el íntegro despliegue
-ancestral-
de la convivencia sagrada.
Es decir. Los caminos
se entretejen, como hilos
se juntan. Como redes
los seres se encuentran,
se conectan, se expanden
y descubren la hermandad
original.
-Y la sinergia-.
Esto es.
Algo invisiblemente más grande
que nosotros surge
a
ante
bajo
con
contra
de
desde
en
entre
hacia
hasta
para
por
según
sin
sobre
tras
nosotros -el infinito-
y lo albergamos
sonrientes.
Porque sabemos
sospechamos
o sentimos
que ha nacido
de repente
un nuevo concepto de familia.
Todos somos hijos de la tierra.
Texto agregado el 18-02-2013, y leído por 112
visitantes. (1 voto)
Lectores Opinan
18-02-2013
Concuerdo plenamente con tu planteamiento, excepto que, en mi opinión no se trata de un nuevo concepto. A lo mejor, de un re descubrimiento. Nuestros ancestros vivían en mayor armonía con el planeta pues sabían mejor que nosotros que somos hijos de la tierra. Hermanos del universo. ZEPOL
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