Penetró en un templo indistinto, que sólo se diferenciaba de otros por el mensaje de la entrada: "Pare De Sufrir". Junto al santuario se agolpaba la muchedumbre, dándose golpes en el pecho, mientras un cura calvo recitaba sonsonetes sobre el demonio y alguien solicitaba diezmos. Luego de escuchar unos minutos tuvo la certeza: tendría que caer otro diluvio.

Fue placentero para Jesús ver como el tsunami se los tragaba a todos, pero vino la policía a malograr sus planes, haciéndolo responsable del disturbio.