Invocó a Eros,
dios de las palabras calatas,
metáfora desnuda
que avienta un seno
y sirve un plato de coito al vino.

Ofrendo zarza y lubricantes,
espejismo de materia
retrato de una ninfa
matiz purpuracea
adicta a la efebofilia.

Me hiervo con vegetales
entre carnes y tostadas,
entre cúmulos de cromosomas
soy el ingrediente inoperante
en esta sopa de piedra.

Naceré de una matriz pulposa
descoordinado y de frio,
evocando mil pasados alumbramientos
reptando en silencio
por un helado panteón.

Turbia crisálida macerada,
de la más solitaria hada
en su pubis bruma borroneada
que inunda mi cráneo
a chascas.

Eros, tima y lastima