De Eduardo
Victoria, Mariana, Celina. Imposible nombrar a una sin nombrar a las otras.
Victoria, minifalda que hace escándalo. No hay hombre que se escape a la vista de sus torneadas piernas, perfectas, acordes con su ligero y agraciado cuerpo de mujer recién empezada. La alegría es su universo. La sonrisa eterna en sus labios gruesos y en la mirada un ansia de querer saberlo todo. Cada día lo vive intensamente. Para ella, dormir no vale la pena: es morirse en vida. Trabaja en una empresa de artes gráficas. Allí todos la quieren. Es muy cumplidora, siempre dispuesta a dar el máximo en todo. Lo que le reprochan es que haya abandonado el Pre. En su casa no le ponían traba alguna, pero quería sentirse totalmente independiente. El semestre próximo terminaría los estudios preuniversitarios en la Facultad. Tiene un enamorado que no le pierde ni pie ni pisada. Una sombra. No le desagrada del todo, pero ve en él un ladrón de su libertad. Tiene que pensarlo antes de comprometerse. Mientras tanto, él le regalo una noche en El Copa, otra en El Yara.
Mariana aún siente los síntomas de la pubertad. Es seria, sonríe con una sonrisa muy de ella. Su alegría de vivir la lleva dentro. Pronto empieza a trabajar en el Banco Nacional. Entre sus planes tiene estudiar hasta llegar a la carrera de economía en la Universidad. Tiene novio. Todos ser preguntan cómo puede tenerlo a él, tan alegre, tan poco serio. Se quieren. Por nada del mundo se dejarían. Les gusta perderse en La Escalera de Jaruco, lejos de todos. Son unos románticos. Si lo invitan a una fiesta no van o simplemente se van enseguida. Desean siempre estar a solas. No los imaginamos siempre besándose
Celina no se parece ni a una ni a la otra. Un mundo aparte. Apenas 19 años y acaba de divorciarse. Por largo tiempo no piensa volver a casarse. Ahora sus viejos la cuidan más que cuando era soltera y se le solía ver en el Pre con Eduardo. A nadie le gustó que se pelearan, pero ella lo quiso así. Se casó con otro 4 meses más tarde. No hubo brindis, lo encontraba ridículo como que ahora sus padres la estuvieran cuidando tanto. Consiguió trabajo. Dicen que por palanca, en el ICAP. Es intenso, a veces se pasa la vida corriendo de la oficina a la academia donde estudia inglés, pero le va bien. Le gusta las fiestas, es la última en irse. Dice que siempre hay tiempo para el amor y que se hace mejor después de medianoche, donde nos coja. Se le ve por estos días salir con un amigo.
Todos nosotros decimos que son inseparables, pero como van las cosas, apenas tienen tiempo para verse. Los sábados de noche resultan escaso. Así y todo, un día más que otro, la casualidad las reúne y se ponen a hablar. Recuerdan. Se conocieron en la secundaria. Victoria andaba por noveno, Mariana entraba en séptimo y Celina terminaba décimo. Luego las tres pasaron sucesivamente al mismo Pre y allí tuvieron un gran amor común fracasado.
Eduardo se había casado y su mujer estaba embarazada.
De él, sólo de él hablaban cuando se encontraban. De Eduardo.
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