Atravesé el mar en un tiempo de entregas,
y desde la noche anterior sigo vagando
por efímeros retornos al telar de huellas
que, en el silencio de las sombras, dejaron
amores de barrio en el sabor de sus besos.
A veces, tomo prestadas raíces intrusas,
para escribir el milagro de un amor eterno,
busco tenues gestos en todas las mujeres,
saboreando, en el aire, serenas sonrisas.
Otras veces, entro en abstinencia de colores,
y en blanco y negro convoco raros afectos,
para no continuar en la misma cobardía
de acostarme extrañando esos tres misterios
que colma, en mi lecho, el espacio de tu cuerpo.
No vivo reviviendo amores derrochados,
que se me han olvidado en el tiempo,
solo que, ya cansado de frías distancias,
busco una aurora púrpura con la que cubrir
pausadamente, y juntos, heridas del alma. |