Cada noche me siento en mi cama, apoyada en la pared, pensando que no te has ido, que estás conmigo, sin aceptar la realidad. Pero no puedo, quiero negarme a saber sabiendo que volverás.
Me paso los días pensando en ti, contando las horas que faltan para que vuelvas, para tenerte de nuevo entre mis brazos, las horas que faltan para volver a dormir juntas.
De noche no duermo, y si lo hago te me apareces en sueños, alentándome un poco más, dándome un soplo de esperanza para soportar la terrible espera. Cuando en medio de la oscuridad me despierto, deseando que tu imagen del sueño sea real, me doy cuenta que no es así y entonces abrazo lo más fuerte posible el cojín, imaginando que eres tú.
Los días pesan toneladas, y por más que miro el reloj, las agujas no avanzan. Todo me recuerda a ti, no puedo distraerme, estás en cada rincón de mi casa y todo me recuerda a ti.
Al caer la tarde, al escuchar tu voz, es entonces cuando el tiempo vuela, se me escapa entre palabras. Nunca antes el escuchar tu voz me había hecho tan feliz, y sobre todo el escuchar un “te quiero” o un “te echo de menos”.
Estos cuatro días me han servido para darme cuenta de algo que ya sabía; que te quiero y de que no quiero pasar ni un solo instante sin tenerte a mi lado.
Sé, que cuando vuelvas, todas estas palabras perderán el sentido, pero reflejado está la terrible tristeza que, por ahora, mi alma siente al no sentirte a ti.
a mi amor, zeen, que me ha devuelto mi sonrisa |