Apóyate en mí.

Sobre el prado se extingue
la templanza que hasta ayer reposaba
opaca entre los pastizales, y de la tarde triste
solo queda la luz azulosa marcando
el renglón de huída.

Hoy el brillo de tus ojos se disipa en el aire.
Resiste hermano. Apóyate en mí.

Sé de tu tesón sin tregua.
Y tu fortaleza sorteando adversidades.
¡De pié!, cual poeta pergeñando su epopeya
con tus manos curtidas por el tiempo
atesorabas el trigo en pan.

Aquel cansancio fue tu orgullo.
Jamás tristeza, como hoy es el recuerdo
reciente de lo que fue y ya no existe.


Todo ha cambiado. Visionarios
del poder truncaron ideales. El prado
es un yermo incierto y las espigas
no florecen bajo el sol de la desigualdad.
Siguen acechando los castores y sus decisiones
son designios que no nos resguardan
… ni del desamparo
… ni del vacío que deja el hambre
… ni del destierro.

No quiero que perezcas en esta lucha sin tregua
a la intemperie de los hombres indiferentes.

De nada sirve la templanza si la ilusión se pierde.
No te entregues. No te des por vencido.
Estoy a tu lado. Apóyate en mí.