Tan despacio me he obligado
tan fieles fueron tus pasos
y yo tan cruel para mí,
lo dijiste de algún modo
en la demencia de tu mirada, lo sé
y me quedé inmóvil.
Este desvarío es mío
íntegramente mío…
No estás en este tifón de dolencias
mi vida está aquí,
en esta borrasca solitaria.
La yema de mi dedo en tu lunar
fue amarte, sí… fue amarte
en un relámpago, en un soplo
tu sonrisa al final ¡Dios!
Algo me hizo feliz.
En ese paraíso que eres
te he habitado, un instante
y eso me basta...
Texto agregado el 10-02-2013, y leído por 168
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Lectores Opinan
18-02-2013
Si yo me doy cuenta que siento habitar el paraíso lo adopto como morada para toda la eternidad. No habría quien me pudiera desalojar. ¿Porqué conformarse con un instante si hay posibilidades de extenderlo de por vida? 5* -preciosa-
11-02-2013
Momentos en los que todo lo que nos daña no existe. Puro placer! jarabe