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Me volvió la Satiriasis…

Ya no sé qué me pasa. Todo me sale mal. Alguien me tiene que haber hecho una brujería o un maleficio.
Estoy en la cama, pero en la cama de un hospital. Tengo enyesado casi todo el cuerpo. Mi pierna derecha cuelga de unas poleas. Es “tracción” me ha dicho el médico. Maldita sea la tracción y la puta que la parió. Todo esto lo pienso, porque tengo la mandíbula fracturada y no puedo hablar.
La culpa de todo esto la tiene ese maldito de don Genaro quien se enojó conmigo porque no le devolví a tiempo un pequeño préstamo que me hizo.
Se enfureció y me mandó a sus dos matones para cobrarme o me rompían las piernas. Tratando de huir de ellos y de su pedido de explicaciones crucé corriendo la Avenida del Libertador, justo, justo, cuando cambió el semáforo y así me fue. Me agarró un camión que venía a toda velocidad y quedé peor que si me hubieran golpeado los matones.
Para colmo de males me volvió la satiariasis, que es una enfermedad crónica que sufro y que me vuelve de vez en cuando. Consiste en la excitación morbosa de los órganos genitales masculinos que impulsa al individuo a la consumación frecuente del acto venéreo.

Ahora cuando viene la enfermera a ponerme el papagayo para que haga pis, tengo una terrible erección y la gallega maldita, porque es gallega la enfermera, pero de esas gallegas brutas, me aplica unas terribles bofetadas en mi miembro que me hacen ver las estrellas…

—¡Maldito y sucio desvergonzado —me dice

No le puedo contestar porque el yeso me aprieta la mandíbula.

Me alimentan sólo con dieta líquida a través de una manguerita que penetra por un agujerito en el yeso y que entra en mi boca hasta la garganta.
La gallega hija de puta me manda el líquido casi hirviendo, que me quema la garganta y me hace saltar las lágrimas.

—¿Tiene ganas de hacer pis, Don?—me pregunta

Sólo puedo mover los ojos diciéndole que no, pero no me entiende y me toma con dos dedos y me introduce en el papagayo. No puedo frenar la erección y ¡zás! Un cachetazo y luego otro.
¡Maldita! En cuanto me sane, vendré y la estrangularé. ¡Lo juro!


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Texto agregado el 09-02-2013, y leído por 207 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
09-02-2013 Entretenido e interesante relato... a ver qué sigue. Saludos. Azel
09-02-2013 Lo que no te gustó es que no podías dar curso a tus peores y muuuy bajos instintos, jajaja, no por ser o no gallega, que las hay para sacarse el sombrero. ***** MujerDiosa
09-02-2013 Retiro el comentario, la enfermera no es Gallega y lo se de buena fuente. elisatab
09-02-2013 No te quejes tanto de la gallega (yo tambien lo soy y a mucha honra), peor sería que te alimentasen por vía anal (como le pasó a otros) y no distinguian lo dulce de lo salado. elisatab
 
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