Vas entrando en ese trance, te queda ya poco tiempo de vida terrenal. Es un momento en el cual tu mente y tu cuerpo se mueren y solo queda vivo tu espíritu que volando empieza a quemar tus dolores. Consumido por lo demonios, poseído por el gran Diablo escuchas acordes que rompen tu cabeza en miles de trozos y sin querer juntarlos bailás por debajo de las luces del Infierno. Todo este fuego te quema y sin querer que pare seguís bailando al compás de esas cuerdas que fácilmente podrían ahogar tus penas… o podrían ahogarte a vos. La oscuridad se apodera de tu alma y en lo más profundo de la noche surge desde tu interior esas ganas de morir para renacer, una y otra vez…
La sangre de tus venas hierve con el calor del averno y demonios enjaulados tratan de alcanzarte para beber de tu sangre toda la vida que se ha muerto. Alados ángeles caídos sobrevuelan por este antro de luces negras y oscuridades espesas, tan espesas como el dolor mismo, como esos dolores de perdidos amores. Espejismos de paraísos celestiales no logran convencerte y seguís bajando hacia el centro de la Tierra. Hasta encontrar la razón de ser, la cuna de los sueños, la esencia del miedo y el divino placer del terror, el más oscuro terror. Siguen sonando en tu cabeza, que ya vuela por los rincones de este Infierno que no te deja huir, los acordes que te llevaron a él, nunca más podrás salir si así lo deseas. Los demonios se cansan de buscarte y empezás a buscarlos vos a ellos y sin sorprenderte los encontrás fácilmente, casi al instante de querer verlos se aparecen ante tus ojos y tus entrañas se llenan de horror y te rodean incontables almas perdidas que ruegan a su Dios por sangre caliente de roedor infernal. Sin poder escapar, ya no, te dejas matar sin poder terminar de morir por esas manos que tocándote no sabés si te curan o te matan.
Montado en su caballo de fuego se acerca lentamente pero igualmente aterrador el príncipe de la oscuridad, el mayor exponente del miedo, el ser más temido de la historia. Te mira y te ofrece sus terrores y sus oscuras almas perdidas. Retrocedés lentamente y tratás de recobrar el sentido pero ya no podés y estás dormido en su sueño, en la pesadilla del Diablo. Moscas se posan cómodamente en tu boca y a vos sin poder moverte, desconociendo la razón, solo te queda esperar que ese maldito ser se despierte. Atado de pies y manos y con un cuello de metal que rodea la garganta te aprieta contra una mesa de metal y anestesiado de placeres solo te queda sufrir y llorar, pero sabés muy bien que ni todas las lágrimas que puedas llorar te van a sacar de ese agujero y te quedás paralizado viendo en el espejo del techo como las cucarachas y escarabajos de variados tamaños se meten en tu cuerpo y solo te queda sufrir, solo te queda esperar a que ese maldito ser se despierte. Ya no conocés la alegría y el placer, ya olvidaste al amor y dejaste a un lado las sonrisas y los recuerdos; ahora solo tenés miedo, terror, dolor y nada te va a salvar salvo que mueras, pero eso no es posible ¿estás muerto?
Despacio abrís los ojos y te encontrás en una jaula tratando de alcanzar a algún mortal que pase por allí en busca de su tan terrible y presentido final. Los dientes de tu amo se encarnan en el marco de la eternidad y ferozmente te clava sus puñales intangibles matando todo rastro de vida que podría haber quedado en tu cuerpo. Ahora las estrellas están demasiado lejos y nunca más las verás y en el eco del terror inmenso que contiene a estas profundidades te dejas caer sobre tu jaula, ahora eterna, sabiendo que nunca más podrás salir. |